martes, 10 de octubre de 2017

35 años de democracia y 50 años de Ché

35 años de democracia y 50 años de Ché

Debo decir que no cultivo la mitomanía religiosa en torno a Ernesto Ché Guevara. Hay demasiadas preguntas sin respuestas en torno a su figura y su lugar en la historia. Me parece que el culto religioso a su memoria fue la coartada que permitió que Fidel Castro permaneciera en el poder tanto tiempo, que le ayudó a resistir demasiados fracasos sin rendir cuentas claras a su pueblo y a persistir en el error tras la desaparición de la Unión Soviética y el asedio de los Estados Unidos durante más de medio siglo. La ocupación por 50 mil cubanos de Venezuela y el fracaso estrepitoso en la administración de ésta demuestran que no fue la falta de recursos de Cuba la razón de su fracaso y ha creado una relación parasitaria entre ambas economías. Mientras escribo esto, Evo busca relanzar por enésima vez su idea de perpetuarse en el poder junto con un club de amigos y personas que conocieron a Guevara en vida; se hallan reunidos en Vallegrande rindiendo tributo a su vida y su muerte. Se trata de la misma gerontocracia que gobierna en Cuba y que se ha impuesto en la izquierda latinoamericana sin permitirle evolucionar y superar el estalinismo de los hermanos Castro. Para mí es más trascendente lo que están pensando los bolivianos a 35 años de vida democrática. El gobierno de Evo Morales es la prueba misma de que en 35 años de democracia se logró avanzar más en la transformación de la sociedad que en 50 años de foquismo guerrillero en Bolivia.

Me considero un hombre de izquierda. No soy un facho y no podría serlo aunque quisiera. Por educación y por convicción no tolero el abuso ni el sufrimiento gratuito que los hombres infringen a sus semejantes, menos creo en razas superiores o su correlato fundamentalista religioso: la superioridad moral de unos que los lleva a conquistar a otro pueblo o invadirlo para después saquear sus recursos naturales. Encuentro sí que la izquierda en Bolivia y en Cuba y en Venezuela ha fracasado a pesar de haber tenido la oportunidad de aprender las lecciones del pasdo; que se ha negado a asimilar estas lecciones a lo largo de medio siglo. Lo que vemos hoy con la Marca Che es lo mismo que hemos visto con la Marca Evo: un fenómeno de consumo ideológico creado ad hoc. No resiste al análisis ni la confrontación de ideas: Evo dejó de debatir muchos años atrás, dejó de pensar de manera crítica y sólo se remite a las críticas del pueblo y de sus adversarios políticos a través de declaraciones de prensa o twits.

Su caso tampoco es un fenómeno nuevo: sucedió durante la Guerra de Independencia: la movilización que el mariscal Andrés de Santa Cruz generaba entre los indios aimaras debido a sus rasgos indígenas no pasó desapercibida para el general inglés William Miller, quien lo anotó en sus Memorias sin olvidar mencionar las limitaciones políticas y militares del Mariscal de Zepita. Bolívar, de quien no se puede sospechar de pro imperialismo yanki, tampoco aprobó el mesianismo de sus soldados afro colombianos que quería encaminar la lucha por la independencia hacia una guerra de razas y mandó fusilar a uno de sus más bravos comandantes colombianos para escarmiento (algo que le dolerá toda la vida, según recuerda Miller). Como hijo de la Ilustración Francesa, Bolívar creía en la razón y el progreso, argumentos que han debido pesar para que desafiara a Andrés de Santa Cruz a continuar con su proyecto retrógrado de volver hacia atrás el tiempo de la historia y reconstruir el poderío militar del Tahuantinsuyo, si es que su intención era chocar con las tropas de la Gran Colombia (Ecuador, Colombia, Venezuela se opusieron primero a lo que será la Confederación Perú Boliviana, luego Chile hará de esto su razón de ser y aleccionará a Argentina y Brasil para derrotar a Santa Cruz y expulsarlo a Europa). Esa es la historia de nuestro continente y la razón porqué las armas no han servido de mucho para nuestra integración continental: la muerte de Ché Guevara y el fracaso de su izquierda mesiánica son la evidencia de ello. Mercosur, Unasur, Pacto Andino son producto de la paz y del respeto entre países que creen en las formas y en el fondo de la democracia; no son resultado de aventuras militares encabezadas por algún Hugo Chávez que sólo sirve para arruinar la economía de su país y llevar penuria a los pueblos.

Si los cubanos han decidido hacer de Bolivia un enclave ruso o chino en la región es algo que no está entre mis posibilidades pronosticar. Me preocupa que Evo y el MAS se hayan desgastado tanto en tan poco tiempo y que aun así tengan la pretensión de quedarse el resto de sus vidas y la nuestra en el poder. Me preocupa el irrespeto a la propia Constitución Política del Estado después de haberla defendido tanto y haberle costado tanto al país. Me preocupa que la transa y la picardía haya calado tanto entre las bases del MAS y que se haya perdido la vergüenza política de manera tan descarada, que la mentira y la impostura sea la mejor definición de lo político en nuestro país. Me preocupa la crisis económica que se avecina para el país por nada más que sostener un estilo de hacer política dispendiosa y superficial: la vieja fórmula romana de pan y circo para el pueblo. Me preocupa que no se rinda cuentas gracias al secuestro del Sistema Judicial por parte del Ejecutivo: de otra manera estaríamos discutiendo y analizando temas serios para el Estado y la economía. Me preocupa que a 35 años de Estado de derecho pleno en Bolivia alguien llegue a la Vice presidencia cometiendo falsedad ideológica y que no pase nada, que siga como si nada hubiera sucedido cuando en otros países esto habría desencadenado un terremoto político y la renuncia del político en cuestión por simple vergüenza. Me preocupa el lenguaje orwelliano de esta izquierda estalinista y prebendal que llama derechos humanos a la pretensión dictatorial de un sujeto; que esa misma izquierda hable de nacionalización cuando hay un proceso de extranjerización evidente; que diga socialismo donde hay capitalismo sin escrúpulos; que el socialismo sea usado para castigar a los adversarios y se premie a los amigos con más capitalismo; que las bases cocaleras de Evo en Chapare se crean la vanguardia política del socialismo cuando no pagan impuestos y lucran bajo el régimen más desvergonzado de neoliberalismo económico; me preocupa que Evo les haya prometido acabar con el Tipnis y repartirles más tierras para sus cocales que irán a incrementar el negocio ilícito del narcotráfico; me preocupa que continúen cayendo con cargas de cocaína en el exterior asesores políticos del MAS y defensores del re eleccionismo de Evo y que nada se sepa de estos casos luego que pasa la novedad y escándalo; que entre las bases del MAS se llame amor a la persecución política y que no cese el secuestro político en que se encuentran aquellos dirigentes que denuncian la corrupción; que se llame detención preventiva al secuestro político; que las cárceles superen el 60% de población penitenciara sin juicio ni sentencia; que desde el Estado se hable de justicia social mientras mucha gente inocente se pudre en las cárceles; que a lo blanco se diga negro y que a lo blanco se llame negro. Me preocupa, en fin, el proceso de cubanización que sufren nuestras Fuerzas Armadas y que los niños reciban adoctrinamiento político a cambio de educación de calidad, o que la salud siga siendo uno de los negocios más prósperos del país y que el presidente se tenga que ir a tratar un resfrío a Cuba en su avión privado de segunda mano pagado por el Estado como si fuera de primera; me preocupa la militarización de la sociedad que lleva adelante el Gobierno; me preocupa la guerra sucia que se viene haciendo a las buenas intenciones de la gente buena de este país. Me preocupa la manera en que el evismo está trapeando el piso con la estrategia marítima de Bolivia en La Haya contaminándola con argumentaciones absurdas y sofismas penosos en la OEA en busca de que Evo burle los resultados del voto popular el 21F de 2016. Me preocupa tanta falta de vergüenza política, me preocupa la no rendición de cuentas de este Gobierno y que la vieja clase política no aprenda sus lecciones y pretenda regresar como si nada hubiera ocurrido. Me preocupa que nadie rinda cuentas del programa Bolivia cambia Evo cumple ni de los 60 mil millones de dólares que se manejaron en estos años. Me preocupa que se hayan construido carreteras que no van a ningún lado y que no unen polos productivos, que las canchas y coliseos estropeen el paisaje de pueblos antiguos hermosos y que nadie los use después que el presidente se lució jugando fulbito para la transmisión directa del canal estatal; me preocupa que el acoso sexual del presidente a sus subordinadas se haya convertido en encubrimiento a sus subalternos por el mismo motivo. Me preocupa el racismo inverso que ha cultivado García Linera entre las bases del MAS; me preocupa que Evo crea más en la violencia y menos en la educación como instrumentos del cambio en la sociedad; me preocupa que la gente pierda la confianza en la ley y las instituciones del Estado encargadas de velar por su aplicación; me preocupa la inseguridad ciudadana; me preocupa la inseguridad alimenticia en que está el país; me preocupa los transgénicos y la política cómplice de este gobierno; me preocupa la deforestación de Bolivia para criar ganado que venderemos al consumismo exterior para hacer hamburguesas y otro tipo de comida chatarra; me preocupa que en el MAS ya nadie crea en la verdad ni en la justicia, sino en la venganza y el engaño al que no es cholo ni indio; me preocupa que todos quedemos tuertos con la Ley del Talión del ojo por ojo y diente por diente.

Creo que los 35 años de democracia le ganan a los 50 años de foquismo guerrillero en Bolivia en todos los terrenos. El 10 de octubre asistiré a una charla conmemorativa por el regreso a la democracia y los 35 años de continuidad institucional. Por la tarde también asistiré a la concentración convocada en defensa del voto ciudadano y el respeto de los resultados del referendo del 21F de 2016. Creo en hacer distinciones entre el evismo y el socialismo. La humildad les habría ayudado, pero la soberbia y la arrogancia enceguecen.

Tengo la edad de los acontecimientos. Vine al mundo mientras Ché Guevara moría en la misma tierra. De niño aprendí a verlo como lo veía mi familia: como a un bandido peligroso. Cuando joven, el ejemplo de un amigo me enseñó a no tenerle miedo a pensar por cuenta propia y plantearse otras explicaciones a las cosas. Entonces me pareció un tipo interesante, aunque violento y trágico. Durante la Universidad se convirtió en un personaje incómodo que inspiraba a jóvenes descerebrados ideas estúpidas. Cuando murió Kirchner sentí alivio de pensar que no era el único que atribuía la desaparición de toda una generación de jóvenes talentosos de la clase media universitaria a la figura machista y fanfarrona de Ché Guevara. Quizá el mérito que se le debe reconocer es que estuvo dispuesto a pagar el precio de su fanfarronería, a diferencia de sus seguidores, que suelen reclutar de manera forzosa y fraudulenta a otros despistados para alimentar con sus almas el espíritu insaciable de un ser endiosado. Después de mi experiencia con “el socialismo del siglo XXI” y después de haber sobrevivido a la izquierda chavista puedo afirmar que me repugna la religión de Estado erigida por Fidel Castro para mantener encantado a su pueblo cual flautista de Hamelin. Me repugna el manoseo de Bolívar que hizo Hugo Chávez porque soy boliviano y debo respeto a ese nombre. Me repugna que el mismo ardid quiera ser usado por García Linera con el culto de Evo para turistas desinformados, que ha demostrado ser un fracaso. Pero existe todo un aparato cultural en Latinoamérica dispuesto a arropar a Evo como arropó a Fidel Castro porque el imperialismo, entre otras cosas, ha justificado al castrismo. Sólo la estupidez en los Estados Unidos alimenta a estos falsos ídolos.

A 35 años de democracia, estamos descubriendo que la democracia había sido la reconquista de los derechos legados por los abuelos del '52, más la capacidad que tuvieron las amas de casa mineras para perderle el miedo a una dictadura; después vimos que la democracia también era la capacidad de acuerdo de los partidos políticos; hoy estamos aprendiendo que la democracia también es el respeto a la ley y las reglas de juego. La capacidad que tengamos para hacer respetar el principio de derecho al voto del ciudadano será la siguiente prueba que la democracia enfrente para superar el pasado autoritario. Suspender los derechos ciudadanos a cambio de promesas de bienestar ha sido la idea tramposa de la izquierda totalitaria en Latinoamérica y no es una opción.

¡Anatema y apostasía, excomunión para el hereje! He profanado la imagen sagrada de aquella Teología de la Liberación que consideró a Ché Guevara un Cristo contemporáneo. Que así sea.


Franklin Farell Ortiz
Magister en artes por Saint Louis University


Santa Cruz de la Sierra, octubre 10 de 2017