martes, 31 de mayo de 2016

Las teocracias de hoy



Primero que nada, debo aclarar que soy una persona respetuosa de las creencias religiosas ajenas. Sin embargo, en nuestros días parece olvidarse que hay varias guerras de religión a lo largo y ancho del mundo. Este es un hecho sobre el cual la mayoría de los hombres contemporáneos no se han expresado en contra con la suficiente claridad y contundencia. Jorge Luis Borges, por ejemplo, llamaba la atención sobre las denominadas religiones del Libro (el Islam, el cristianismo y el judaísmo) que han sido las causantes de las peores y más sanguinarias guerras en el mundo a lo largo de la historia. La idea implícita de Borges propone explicar el mal como un problema de lectura o interpretaciones encontradas de un mismo texto. Si esto es así, ¿qué se debe esperar, entonces, de las demás religiones, consideradas idólatras y ágrafas? ¿El mal de las guerras de religión surge con las llamadas religiones del Libro? Los pueblos nómadas no suelen buscar la conversión de sus enemigos, por ejemplo. Me parece que las observaciones de Borges iban en el sentido de mostrar una ética humanista y un espíritu libertario capaz de poner a los hombres a salvo de la barbarie de aquellas mentes que no pueden tolerar el que otros individuos vivan liberados de su idea restringida de Dios; lo que hoy llamamos la barbarie del fundamentalismo religioso.

Debo aclarar que el sentido de la vida de Jesús de Nazaret, como fundador del cristianismo, es para mí inexplicable sin el redescubrimiento de la idea de política en Occidente luego de la Guerra Fría. Como gestor del fundamentalismo talibán en Afganistán, el gobierno conservador de Ronald Reagan es determinante para comprender la derecha religiosa y nuestra época. A estas alturas son pocos quienes dudan que la guerra sucia de ISIS y el rediseño geopolítico de Oriente Medio son la culminación de un programa conservador establecido por los atentados terroristas en Nueva York el 2001. 

La teocracia no es una idea lejana a nuestra realidad como se suponía en 1979, durante la Revolución de los ayatolas en Irán. Este hecho se puede advertir cuando se reconoce el estado crítico de la democracia y el regreso de las viejas teocracias en países como Israel, Arabia Saudita, Irán, Occidente y la periferia de Occidente (Latinoamérica). De pronto, la adopción de la Biblia o el Corán como textos científicos o como remplazo del Derecho Romano y fuente de todo derecho no suena tan lejano e inimaginable. La lapidación de mujeres adúlteras en plaza pública, el azote de los jóvenes o la inculpación de las mujeres violadas no suenan tan alejados de los sermones del fundador del Opus Dei, San José María Balaguer y su tesis de que las mujeres son la herramienta de una conspiración diabólica en contra de los varones y la salvación eterna de sus almas. 

La existencia de un fenómeno globalizado de las extremas derechas en Estados Unidos, Israel, Europa y América Latina parece avanzar en el mismo sentido que la acumulación de poder de las élites, el desarrollo acelerado de tecnologías militares y la exacerbación de las desigualdades en la sociedad (fin del Estado de bienestar europeo o Big Deal estadunidense). 

La primera vez que se me ocurrió pensar en este camino sin retorno fue a raíz del comentario de un amigo de origen judío. No sólo entre musulmanes, sino entre cristianos y judíos se ha venido desarrollando un conservadurismo que parece rechazar de manera irracional esta época que ha ayudado a crear. Este conservadurismo parece reaccionar de manera negativa y contraria al buen sentido de sus creencias religiosas, como si intentara borrar 2 mil años de civilización para construir una sociedad autoritaria de acuerdo con la sociedad teocrática que crucificó a Jesucristo por violar la santidad del sábado. 

Para mí resulta evidente que existe una crisis de la democracia en los países centrales (Estados Unidos y Europa) con tendencia a involucionar hacia el modelo teocrático (Reino de Dios). En los Estados Unidos esta crisis de la racionalidad quedó de manifiesto tras los atentados de Nueva York, poniendo al descubierto la fragilidad espiritual de una colectividad sin memoria y anclada en el porvenir consumista. Las tendencias cristianas más duras e intransigentes fueron las que se impusieron en un primer momento, hasta que se hizo evidente que esta tendencia judaizante estaba más relacionada con los intereses empresariales de privados que la sana teología.
En Europa también ha prevalecido la idea religiosa del fuego purificador y la expiación de la carne de la Edad Media, como si el sentimiento de fin de raza que venía padeciendo se haya encontrado con la avaricia de quienes acabaron con el Estado de Bienestar. La Vieja Europa encontró una extraña forma de renovación moral, un cambio de su papel pasivo y hedonista por el protagonismo de la guerra de conquista y el ascetismo (falsa austeridad), la xenofobia y el chauvinismo. Aquel amigo editor de poesía que me iluminara con su comentario había conocido la experiencia de los kibutz de Israel y hablaba luego de desengañarse de la sociedad judía, a la que calificaba amargamente de teocracia en charreteras. Quizá de manera más ordenada y selectiva, desde años atrás, Israel viene desarrollando una guerra religiosa en contra de sus enemigos, quienes suelen quedarse con la fama del fundamentalismo religioso y el terrorismo.

Nunca pareció más pertinente el papel de teólogos y religiosos que explicaran lo que viene sucediendo a partir del año 2001 en el campo inter religioso. En los momentos posteriores a los ataques de las Torres Gemelas se pudo oír como pocas veces la voz de Juan Pablo II, en clara condena a quienes habían decidido invadir Irak en contra del derecho y la comunidad internacional: “Que la sangre de los inocentes pese sobre sus conciencias”. Después de todo, Polonia había sido un país que había sobrevivido a los grandes totalitarismos del siglo XX: el fascismo alemán y el estalinismo soviético. Aunque el ala conservadora católica ya había desempolvado su rancio anti semitismo y el establishment mediático internacional se apuró a pasar la página, empecé a tomar más en serio a la Iglesia católica desde entonces. Lamenté que Juan Pablo II no haya vivido unos años más para sostener su idea. 

Por otro lado, una novia gringa que se consideraba conservadora me había enseñado la manera artera en que acostumbran proceder los ultra conservadores de su país, los que habían empleado la coartada de dividir a la sociedad estadunidense imponiendo el falso debate acerca del aborto en la agenda pública. Aquella era una artimaña ideada en contra de quienes se oponían a la guerra y tenía como fin inmediato frenar la adhesión creciente del pueblo estadunidense a la causa de la paz. El conservadurismo gringo de entonces (que luego daría pie al Tea Party) había sacado de la manga el debate para evitar que el país se uniera en contra de W. Bush, Dick Cheney y sus proyectos de destrucción y reconstrucción de Irak. La fractura del Norte contra el Sur volvió a ser una realidad política en Estados Unidos desde los años de la Guerra Civil. Do not mess with Texas! Con Texas no se jode! En Bolivia vería funcionar el mismo truco posteriormente, y por razones neoliberales.

Hacia el año 2002 yo había regresado a mi formación católica a través del entrenamiento académico de los jesuitas en EE.UU. Mi descubrimiento del pensamiento humanista mexicano había sido verdaderamente liberador (1991-1997 UNAM) y sin saberlo yo era un firme convencido de la laicidad del Estado. Los Estados Unidos fue para mí la realización de una vieja utopía americana: la separación entre Iglesia y Estado establecida en 1776. La independencia de los Estados Unidos, su Constitución, la lucidez de sus padres fundadores, es algo que resulta difícil de entender en nuestros países colonizados por el franquismo medievalizante o subdesarrollados por la corrupción de sus políticos. El Estado laico de los Estados Unidos aún hoy corre con fama de comunismo bolchevique entre nosotros. Sin embargo, Hernest Hemingway y la República española tienen perfecta cabida en mi horizonte intelectual, algo que puede ser motivo de roces y tropiezos cuando intento comunicarme con amigos de ideas afines o con mis compañeros de generación en Bolivia. Ni Evo ni García Linera ni la izquierda de tradición estalinista ni la derecha de raíces fascistas bolivianas acaban de comprender el significado histórico de los Estados Unidos, o de la Revolución mexicana o de la Guerra Civil española y el Estado laico. Le elección de Barack Obama como presidente de los Estados Unidos o de un irakí como alcalde de Londres nos enseña que a pesar de los ataques y las limitaciones, la laicidad del Estado es el espacio privilegiado que tenemos para relacionarnos en medio de la confusión de lenguas. Uno se pregunta si sobrevivirá a los ataques de la extrema derecha en Israel o de los sectores conservadores de la Iglesia católica o lo que queda del Tea Party en Estados Unidos. 

Hay pocas situaciones más conflictivas que identificarse como católico y de izquierda. Basta llamar un poco la atención para que caiga sobre uno toda suerte de maldiciones. Dicen que la primera mentira del Diablo es hacer creer que no existe. En una época en que los niños se divierten jugando a la GBI y las legionarias de María son versadas en la teoría de Guerras de Cuarta Generación, uno corre el riesgo de quedar como un tonto a cada paso. Sin embargo, no queda otra que negarnos a ser amaestrados por las cofradías o por sus pastores a sueldo. Siempre nos queda el recurso de declararnos ecuménicos o algo peor. “A Dios gracias soy ateo” era la frase de Luis Buñuel para estos casos. 

Santa Cruz de la Sierra, 31 de mayo de 2016

Franklin Farell Ortiz
Magister en artes por Saint Louis University

lunes, 23 de mayo de 2016

¿Como en China, de veras?...

Evo da lástima y vergüenza ajena en su papel hipócrita de ayayero internacional. Cadas vez más pierde el respeto de la gente cuando ofende nuestra inteligencia. 

Mientras sus muchachos proceden a la arbitrariedad y el atropello para corregir el curso con rumbo a su versión más que personal de la Dictadura del Proletariado, en Cuba Evo vende el cuento de su apego a la voluntad del pueblo. Algo que -lo saben bien- nadie aceptará en la región. Tampoco ha faltado el demagogo de siempre que levanta el nombre de Vietnam en llamados a la resistencia de un régimen que se ha mostrado tan corrupto como cualquiera. Nuestra izquierda neo populista debe aprender a razonar de manera no prepotente, a no confundir la realidad con los deseos y que habita en el mismo Universo que los demás: nada la exime de rendir cuentas ante el pueblo. Estos vietnamitógoso de panfleto y toda ocasión olvidan siempre recordar que después de aquella guerra de independencia nacional (que no fue otra cosa el origen del heroísmo de aquel respetable pueblo), Vietnam acabó pidiendo el regreso de lainversión extranjera y las trasnacionales que había expulsado. ¿Vale la pena? Por si acaso, desde ahora digo que yo no pienso levantar una piedra para defender a Evo y su muchachada. Aunque manden detrás mío al mismísimo Diablo en envase diminuto.

Las últimas noticias que nos llegan a Bolivia de su gira por Cuba provocan lástima y una forma de indignación desagradable. En su papel sobre actuado de víctima, el presidente de los bolivianos ha viajado para tomarse la que tal vez sea una última fotografía con Fidel Castro. No ha tenido éxito. Los cubanos, aliados fieles, lo han recibido y le han permitido llegar hasta Fidel, un privilegio que tal vez no se le da a cualquier hijo de vecino. Pero Fidel está realmente anciano, sólo alcanza a sentarse en el sofá para que tomen la fotografía y lo más combativo que ha obtenido Evo ha sido una imagen de Fidel en 1959, tal vez durante la invasión de Bahía de Cochinos. La estrategia de congelar el paso del tiempo no le funcionará a Evo; no son blancas palomitas ni él ni García Linera ni Quintana. No permanecemos en octubre de 2003; lo hecho, hecho está y hay que empezar de nuevo (Boaventura de Souza). Los platos rotos son la consecuencia de la hebriedad de poder y el costo que todo buen político sabe que debe pagar, o al menos va siendo hora que se enteren que es así como funciona la democracia.

Evo está asustado con lo que sucede en la región y ve enemigos por todas partes, se dice víctima de un golpe blando, como del que ha sido víctima Dilma Rousseff en Brasil. Mientras tanto, García Linera y Juan Ramón Quintana improvisan, hacen lo que quieren y dicen lo que les viene en gana en busca de crear el efecto de shock dentro del estilo de W. Bush. Controlan absolutamente todo: el aparato Judicial, la inteligencia, el aparato de seguridad y de represión, la Policía y el 80% de los medios de información. Sin embargo, se quejan, se dicen víctimas. Sus opositores están lejos de conformar un frente opositor serio capaz de quitarlo de la presidencia. No hay cabezas visibles, si meten preso a uno otros aparecen porque sencillamente no es nada orquestado, ni fría ni calculadoramente, como sugiere la paranoia de Estado. La oposición como nunca está dispuesta a respetar las reglas del juego, que es el fondo de todo; algo que Evo pretende violentar. Por el contrario, los opositores le repiten una y otra vez que deje la campaña electoral, que gobierne porque no quieren a personajes como Goni Sánchez ni Sánchez Berzaín ni Reyes Villa de vuelta en la política. Aunque Evo y los suyos no lo crean, todos queremos empujar hacia adelante; todavía quedan cuatro años para la votación, pero la estrategia de Evo parece haber sido el auto golpe a lo Alberto Fujimori en Perú.

Evo es pescador de ríos revueltos. Así fue como llegó a la presidencia, así es como pretende quedarse. No sabe gobernar, son sus hombres de confianza quienes construyen y reconstruyen escenarios para que él siga desempeñando el papel de pobre indiecito aymara defensor de la Madre Tierra. Intuye que no es lo mismo prebendalizar al pueblo que gobernar sobria y respetuosamente, sin faltarle al pueblo ni tomarle el pelo. No todo su auditorio es aquel público cautivo de sus medios cocaleros y su propaganda de baja calidad, no todo el pueblo boliviano vive aislado entre montañas en comunidades.

Evo sabe que en el pasado referendo del 21 de febrero ha perdido en 9 de 10 ciudades y que lo ha salvado de un desastre mayor un sistema electoral dudoso y el control absoluto que el MAS tiene de los medios entre el campesinado. Sabe que Potosí ha castigado su demagogia y sus mentiras con el 80% de voto en su contra. No les queda más que alterar la justicia, cometer atropellos que no habían sido vistos ni durante las más despreciables de las dictaduras: el derecho a la defensa de un detenido o el encarcelamiento y persecución de sus abogados. Gobernar como verdadero estadista, sin psico sociales ni campañas de desinformación u hostigamiento a la prensa y opinadores empleando a familiares; si tan solo mostraran algo de respeto. A través de su Ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana, el gobierno de Evo juega el papel del inocente peregrino mientras sus funcionarios públicos apelan al insulto, amenazan y acusan de manera burda al 20% de la prensa que no controla ni semuestra servil a ellos. Alguien tiene que orientarlo. ¿Dónde está su ex Ministro de Información Canelas? Algún comunicador serio que no sea otro de sus llunkus le debe decir que la imagen internacional de Bolivia está hecha añicos por sus ambiciones personales puestas al descubierto. 

Miro hacia atrás y veo que era pedirles demasiado que se aguantaran y cedieran a la tentación autoritaria. No lo pueden, sugiere Amalia Pando, necesitan quedarse para tapar toda la corrupción de estos años. La farra de poder no puede continuar, sin embargo. ¿Espera llegar al extremo de Maduro en Venezuela y destruir lo conseguido en el campo económico? ¿Está dispuesto a destruir lo avanzado por aferrarse al poder?

Con la coartada de que esto es un golpe blando orquestado desde Estados Unidos pretenden ignorar la realidad política de Sudamérica. La política en nuestra región funciona por contagio, en oleadas, por efecto dominó. Por eso se les advirtió con años de anticipación acerca de la necesidad de crear nuevos cuadros, promocionar nuevos liderazgos aquí en Bolivia, en Argentina o Brasil. La lección no aprendida: es más que obvio que la lógica de la corrupción no se preocupa por un programa o por un proyecto social serio. Durante el gobierno de Evo ha prevalecido la complicidad de todos los gobiernos habidos en la era Republicana, desde Melgarejo hasta acá. En su momento, el MNR tuvo la decencia de respetar el principio de la alternabilidad y disimular su corrupción tras la teoría de crear una burguesía nacional en los años '50. Pero el MAS no disimula su inspiración totalitaria ypervertidora de la voluntad popular: en lugar de resolver la demanda de los discapacitados, procede de manera ruin, dividiendo y acordando arreglos económicos con aquellos inválidos suyos -por ejemplo- que no habían  marchado siquiera, como sí lo han hecho de manera heroica aquellos que atravesaron el país hasta llegar a La Paz. Tal vez les ofenda, los deja sin argumentos o hace mayor su vergüenza como MAS el hecho que  ninguno de sus revolucionarios de noticieros televisivos ha mostrado tal determinación para hacer algo por los demás, nunca. Aquellos minusválidos han tocado el ego de los impostores y pretenden desconocerlos de un plumazo, como acostumbran. Se han sentido aludidos al ver gente capaz de proceder de otra manera, sin otra causa que el beneficio común. Es un mal ejemplo, una muestra de insubordinación que no pueden permitir. La honestidad y las causas justas les inspira desconfianza.

Los cálculos políticos de Evo y los suyos atraviesa el maniobrerismo y la mentira: atribuir la marcha atrás del fúrico periodista Carlos Valverde en el tema del hijo con Gabriela Zapata (algo que unos y otros han reconocido) para clamar la invalidez del 21 de febrero. Si fuese así, cuántas elecciones tendrían que anularse en 35 años de democracia en Bolivia. Es bien sabido que el ritual político funciona de esta manera: tiros y troyanos se arman de piedras, palos y tomates podridos para lanzar al contrario en época de votación. Pero en más de 10 años de gobierno el MAS no ha hecho mucho por mejorar ese sistema, al contrario, se siente muy cómodo en él, parece estar en su hábitat natural.

Tarija, Potosí, La Paz, Beni y Santa Cruz son algunos de los lugares en que Evo perdió la propuesta de modificar una Constitución que juró respetar y defender como presidente. Y no estamos abundando en el manido caso de CAMC, las barcazas chinas ni del Fondo Indígena. Ahora parece haber encontrado un agujero en el posición de sus adversarios: la Ley de igualdad de géneros promulgada de manera oportunista por García Linera en busca de otro referendo, en el cual es previsible que buscarán desconocer el voto ciudadano del 21 de febrero e introducir el tema de la re elección a última hora, entre gallos y media noche, que es la manera en que acostumbra burlar la voluntad ciudadana. ¿Estarán observando todo esto los organismos internacionales? Lindamos peligrosamente el totalitarismo tramposo y corrupto, un maoísmo tartufiano, incapaz de elaborar una ley que penalice con el mismo rigor la corrupción -como en China-. Después de todo dicen tenerla por modelo de sociedad.

"Estamos frente a gente violenta, intolerante y ante gente ignorante. Cuidado, esa combinación es altamente peligrosa" Juan del Granado

Por último, nuestra solidadridad con los trabajadores de la empresa textil Enatex. Merecen algo más que el despido en masa de parte del gobierno. 


Santa Cruz de la Sierra, 23 de amyo de 2016

Franklin Farell Ortiz
Magister en artes por Saint Louis University 

martes, 17 de mayo de 2016

Los caudillos del MAS 3/3

QUINTANA
En estos días de crisis, el MAS ha tambaleado y se ha sostenido gracias al desempeño de sus cuadros más o menos eficientes y cuya honorabilidad no se halla tan comprometida. Juan Ramón Quintana no ha sido uno de ellos. Las pasiones políticas desatadas en su contra no parecen cesar. Los nombres de Masacrede Chaparina y Masacre de Porvenir vuelven una y otra vez a la boca de sus enemigos en el tono doloroso de la revancha. Sólo su influencia entre los círculos militares parece conservarlo dentro de Los Seis Incondicionales del entorno presidencial. Porque por más Evo que sea Evo, no es tan omnipotente después de todo; no quiere problemas con los militares, prefiere conservar su lealtad para los cuatro años que restan de su mandato, hasta las próximas elecciones presidenciales y el intento de desconocimiento del referendo del 21F que prepara y que sus aduladores anuncian de manera abierta.

Quintana quizá sea el más beneficiado del pacto de silencio dentro de la rosca de los 6 incondicionales de Evo Morales. Ha caído de la gracia ante El Jefe, pero esto es algo que se disimula por el momento. Ha prevalecido el silencio de los implicados. Durante los primeros días del escándalo CAMCE – Zapata, se pudo ver en las pantallas del canal de televisión oficial (Canal 7) a un Juan Ramón Quintana en aprietos que lanzaba loas y loas y loas durante horas. No habíamos visto a un Quintana tan frenético, incansable y elocuente al encontrar los atributos que adornan la bella personalidad del presidente. Esta auto humillación pública parece haber sido el precio pagado para liberarse de sospechas, una muestra de lealtad al Jefe Supremo, luego de las señales en contra. Las ambiciones personales de Quintana, Gabriela Zapata dice conocerlas en la intimidad cuando exhibe los mensajes de twitter.

Gabriela Zapata se siente traicionada por el ministro y deja ver los bordes de un tórrido romance, además de sugerir un proyecto personal de Quintana para ocupar el puesto de Evo Morales, como cualquier subordinado que se siente sub valuado por su jefe.

En el mundo de la real politik, Quintana fue el enlace del Evo de retórica incendiaria y el mundo de intra muros de los cuarteles militares. A diferencia de García Linera, Quintana no necesitó a otros para arribar al poder, es un individualista. Tuvo la habilidad pensar por cuenta propia y hacer de los oficiales jubilados funcionarios de la aduana nacional, hacer de ellos funcionarios públicos con mucho mayor eficiencia que la tradicional repartija de pegas entre aduladores corruptos. Nadie dice que haya moralizado la aduana, sino que la puso en manos de gente con una mínima formación y con un grado imprescindible de conciencia nacional, con lo cual anuló las conspiraciones de los viejos oficiales y generales en retiro, que estaban dando muestras de insubordinación en Bolivia, en Chile y en Argentina ante la ola de gobiernos de izquierda en la región. En mi opinión fue el servicio más valioso hecho por Quintana al MAS, aunque hasta hoy lo persigan las acusaciones por 30 camiones de contrabando ingresados bajo sus órdenes por Pando.

Si nos dejáramos llevar por las acusaciones de sus enemigos, Juan Ramón Quintana es el cerebro detrás del poder. Se lo acusa de haber estado en todos los gobiernos de todas las épocas, como asesor de Hugo Banzer y la ADN, o como tira saco de Goni Sánchez y el MNR. Al igual que muchos de los más fervientes defensores del proceso, Quintana ha sido parte de gobiernos anteriores, pero su poder y autoridad es resultado de un aprendizaje intelectual y proximidades con el poder. Su acceso al poder ha sido una labor de inteligencia militar de acuerdo con su formación en la Escuela de las Américas, si vamos a creer en sus acusadores. Lo que se sabe es que se trata de un funcionario público con la suficiente ubicuidad política como para recibir efusivamente entre saludos revolucionarios a una delegación de asesores cubanos, así como para dar discursos en la plaza pública. De hecho, en los primeros años de gobierno del MAS, fue apodado El Súper Ministro Quintana debido a sus nexos internacionales y eficacia infatigable, que lo convertían en una especie de Primer Ministro. Lo que lo vuelve un personaje temible y tenebroso son las señales de crueldad que ha dado.

Tal vez el MAS sea el resultado de que los cambios desde arriba acaban mal cuando se pierde la relación dialógica con el pueblo y se enviolenta la voluntad popular para ceder a los esquemas empresariales extranjeros. No encuentro otra mejor explicación para el efecto alienador que ha tenido el poder en Evo y los suyos: la descomunal corrupción que ha reinado en Bolivia de manera imperceptible. A fin de cuentas somos un país extractivista cuyos dirigentes no han superado la concepción rentista del Estado y su papel en la historia. La corrupción de cuello blanco parece haber sido mucho más grande de lo sospechado; cuando Evo quiere defenderse recuerda que la vieja oligarquía ha sido mucho peor. En cualquier caso, en Bolivia nos debe quedar en claro la dimensión de las palabras del desaparecido senador Hormando Vaca Díez cuando bromeaba acerca de la corrupción y sus aspiraciones presidenciales: “!Seis! ¡Seis meses! ¡Me conformo con ser presidente de Bolivia por seis meses!”

La autosuficiencia, la burla y el desdén hacia la opinión pública tampoco han sido ajenos a Juan Ramón Quintana durante los últimos escándalos y los indicios de tráfico de influencia entre el presidente Evo Morales y su ex amante Gabriela Zapata. Telenovela pública en donde Quintana interviene como cómplice envidioso del amorío presidencial y como el Ministro de la Presidencia que ofrece las instalaciones del Estado a su cargo para las actividades de la señora Zapata y empresarios privados, aunque insista en negar todo al respecto. El ambiente moral en el que se decidió la suerte de 507 millones de dólares del Estado boliviano y los contratos asignados sin licitación pública a la empresa china CAMC, sólo son una muestra de la manera en que se han manejados los 36 mil millones de dólares que el MAS presume haber dispuesto durante su gestión. La relación entre la alta ejecutiva de CAMC y la ex amante del presidente Morales es algo que ha quedado muy claro para la opinión pública boliviana, menos para la Comisión investigadora de parlamentarios del MAS. Quintana insiste en desconocer a la ex amante del presidente y ejecutiva de CAMC, aunque ella insiste en señalarlo como traidor y abunda en pruebas de la relación que ambos habrían sostenido a espaldas del presidente.

Parece haber otras razones que se prefiere callar para pedir el alejamiento de Quintana de la administración pública, como si se dejara la decisión al buen sentido del presidente. Por el momento ha prevalecido el pactode silencio entre los implicados, aunque les haya costado la derrota en el referendo por la perpetuación en el poder del pasado 21 de febrero. Conociendo el carácter de Evo Morales, la suerte política de Juan Ramón Quintana y sus aspiraciones personales parece decidida.

Santa Cruz de la Sierra, 17 de mayo de 2016
Franklin Farell Ortiz

Magister en artes por Saint Louis University

lunes, 9 de mayo de 2016

Los caudillos del MAS 2/3

García Linera


UNO 
García Linera y Evo Morales son los primeros interesados en hacer creer que las opciones son o Goni Sánchez o ellos. El MAS de hoy no es el mismo de 10 años atrás, sin embargo. El ejercicio del poder desgasta y la sociedad civil no es parte de una conspiración imperialista cuando ejerce su derecho a pedir cuentas a quienes la gobiernan. Es urgente pedir cuentas a personajes que han dado muestra de no tener otro proyecto de país que el perpetuarse en el cargo, sin siquiera molestarse en guardar las apariencias como el respeto al principio de alternabilidad en el gobierno, como lo hiciera en México el PRI para gobernar durante siete décadas.
Las palabras nos ubican decía alguien sabio alguna vez. Cuando Álvaro García Linera habla pretende una virginidad política que está lejos de poseer; su tan cacareada moral revolucionaria se ha convertido en la moralina de las señoras elegantes de Calacoto. El mejor indicio de la decadencia masista es la retórica de García Linera - ideólogo y tal vez único cuadro pensante dentro del MAS-, una retórica que se ha vuelto auto paródica, inverosímil. Su principal desafío hoy es evitar que el andamiaje discursivo se le desbarate, conservar la ilusión entre sus acólitos desprevenidos y hacer creer a la sociedad civil que el MAS sigue siendo la encarnación de una izquierda responsable en Bolivia –el MIR también lo decía mientras se corrompía-. Lo dramático del momento nacional es que mientras esto le sucede al MAS, sus enemigos apuestan por el fracaso del país al estilo de la oposición en Venezuela. La izquierda prebendalizada permanece embobada por sus miedos y quiere redimir a los indios de toda América con el culto a la personalidad de Evo. Es esta izquierda oficial la que busca amparo en la figura de un caudillo cada vez más convencido del uso de la violencia estatal, un caudillo que presume de todopoderoso a la sombra de las fuerzas del orden, que legitima las arbitrariedades de su gobierno con el uso y abuso de su mayoría parlamentaria (la aplanadora y los levanta manos del gonismo nunca se fueron).
En la realidad, como caudillo Evo Morales es incapaz de disimular la corrupción dentro de su partido político. Ha adoptado el discurso de la unidad partidaria para encubrir su falta de capacidad a la hora de poner coto a los corruptos de su entorno inmediato. Es triste ver cómo un proyecto político boliviano se reduce sustancialmente a la triquiñuela, donde el expediente del imperialismo gringo resulta el argumento más sólido. A la larga, lo más probable es que esta coartada se convierta en el ahí viene el lobo del Juanito del cuento.
Reivindicar las culturas originarias luego de 500 años de la Conquista va más allá de un individuo y el folclore colorido creado en su entorno. Así de mal siguen los pueblos indígenas en América luego de la ola de gobiernos neo populistas de izquierda.
En Brasil, los pocos indios que quedan deben enfrentar el exterminio franco y llano, el despojo de sus tierras y la desaparición. En Colombia los indios son desplazados por la violencia de paramilitares y guerrilleros por igual. En Ecuador los pueblos originarios son usados por las FARC para encubrir el negocio millonario del narcotráfico. En México 8 de cada 10 diez niños indígenas crecen en la pobreza extrema. En la mayoría de los casos los pueblos nativos son pasto de sectas evangélicas financiadas desde los Estados Unidos, para alienarlos y desaparecerlos de manera piadosa, si esto es posible. En general, son considerados un obstáculo para el progreso y el desarrollo. La mentalidad del siglo XXI no está demasiado lejos del siglo XIX en esto. La idea de modernidad que hemos tenido no ha variado demasiado de la que tenía el tirano Mariano Melgarejo: repartir las tierras que pertenecen a los pueblos originarios entre los amigos y socios del extranjero. Y sí, el neoliberalismo es una mala palabra, una palabra obscena que encarna ideas peligrosas, de las cuales nos debieron haber advertido la locura de Melgarejo (su tratado de libre comercio con Chile) en el siglo XIX y las admoniciones de San Juan Pablo II en el siglo XX. Tradicionalmente el indio ha sido considerado parte del paisaje y de la naturaleza, una criatura más de la selva. La visibilización del indio ante el Estado, su inclusión dentro del sistema de leyes de un Estado, su consideración de ser humano con derechos y cultura es muy reciente. El indio siempre vivió en la Terra Incógnita, un lugar imaginario dentro de nuestro mapa mental de ciudadanos de la tv. Y para acabar con las culturas indígenas la palabra de Dios también ha sido empleada como frazadas contaminadas de viruela y repartidas entre los miserables con gesto caritativo, como se hiciera a lo largo y ancho del continente durante el siglo XIX. En Perú las mujeres indias fueron esterilizadas sin su consentimiento, entre engaños y amenazas; y es probable que los autores de estos delitos vuelvan a  gobernar el país en estos días. Justos pagan por pecadores, la Iglesia Católica tampoco ha sido ajena a esta tarea de exterminio y asimilación ("Al igual que San Juan Pablo II, pido que la Iglesia se postre ante Dios e implore perdón por los pecados pasados y presentes de sus hijos... y pido perdón, no sólo por las ofensas de la propia Iglesia sino por los crímenes contra los pueblos originarios durante la llamada conquista de América" palabras del papa Francisco en Bolivia). Durante la Guerra Fría aquellas tropelías estaban justificadas porque todos éramos sospechosos o culpables de algo, enemigos en potencia, una amenaza para la seguridad nacional porque la paranoia de Estado era la mano invisible que gobernaba todo. Mientras tanto, en las ciudades capitales las villas miserias siguen nutriéndose con pobres debido a la migración campo-ciudad. En aquellos países donde rigen los Tratados de Libre Comercio la despoblación del campo es la otra cara de la reconcentración de la tierra y la riqueza en pocas manos. La agricultura a escala industrial es lo deseable y el monocultivo y los transgénicos se imponen como idea de progreso para castigar la Tierra hasta el agotamiento.
Luego de 10 años de Evo en el poder, el indio sigue siendo el eslabón débil de la cadena social.  No hay sistema de educación suficiente para prepararlo y enseñarle a enfrentar los asegunes de la época. El último refugio que tenía, el de la organización social, ha sido cooptado por la corrupción del MAS e incorporado a su proyecto extractivista y depredador de la Madre Tierra. El secretismo y la serie de arbitrariedades con que vienen manejando el país nos permiten afirmar esto y sospechar peores desatinos. Mientras Evo discursea ante la ONU en defensa de la Pachamama, sus bases de cocaleros se aprestan a arrasar con las reservas forestales y parques naturales (TIPNIS). ¿Nos puede asegurar Evo que la cuestionada carretera no es otra manera de ampliar el poder del narcotráfico en el país y depredar la Tierra? El control social que Evo planteara el año 2003 para resolver el problema del narcotráfico aparece hoy volteado en contra de la sociedad y a favor de la represión y la persecución en las redes sociales. Luego de su derrota electoral del 21F el gobierno ha instruido que sus bases de cocaleros vean a las redes sociales y las libertades ciudadanas como el factor de inseguridad ciudadana más peligroso (el propio Evo ha reconocido que el grueso de la coca cultivada en Chapare está destinada al narcotráfico). La realidad muestra lo contrario de lo que se quiere creer en el MAS: el número de aplicaciones diseñadas para la seguridad ciudadana es enorme y crece todos los días; la telefonía móvil y las redes sociales probaron su poder democratizador durante las movilizaciones en España a favor de la paz y en contra de la invasión a Irak. Pero Evo se ha obsesionado con las redes sociales tras su derrota en las urnas y ha cambiado su discurso triunfalista por el de la paranoia de Estado.
El paternalismo insufrible de García Linera es la evidencia del fracaso histórico del MAS desde su conformación, el fracaso en su propio terreno discursivo. Como sociedad, si hubo un proyecto sustentable en el tiempo, tenía que haber surgido de entre aquellos mismos pueblos originarios en cuyo nombre procede el MAS. Dijo ser el partido político que reivindicaría a las 36 etnias que conforman la bolivianidad, pero el error fue que en lugar de democratizar el poder, concentró todo en una persona y con ello ha creado un espíritu de cuerpo étnico para proteger la corrupción partidaria, un espacio discursivo donde el racismo funciona como coartada y no como una patología social a resolver. Cada burla legalista, cada declaración política que ofende la inteligencia, cada desatino o falta de sentido común, cada arbitrariedad o atropello impune es una herida en la conciencia nacional que desdibuja al MAS y nos denigra como país. En este sentido estoy en desacuerdo con la vigencia de la teoría del empate trágico, una de tantas ideas que García Linera en su papel de ideólogo toma de otro (en este caso del sociólogo René Zavaleta Mercado). Es más probable que el lema “Un país, dos sistemas” haya sido la solución pragmática adoptada por el MAS de sus aliados chinos para gobernar los últimos años. ¿De qué otra manera se explica la tregua posterior al proyecto neo conservador de dividir el país bajo la llamada Media Luna (2009)?. Dentro del contexto sudamericano post Kirchner en Argentina y Lula-Dilma en Brasil, o Correa en Ecuador, la teoría del empate trágico no es otra cosa que la vieja historia colonial que oscila entre Lima y Buenos Aires, capitales virreinales que orbitaron políticamente sobre la Audiencia de Charcas desde su creación. Si se prefiere, dos proyectos de sociedad que adquirieron forma durante el siglo XIX: la europeización de América (Argentina) y el mestizaje asiático como la continuidad esclavista señorial (Perú). En todo caso, el movimiento oscilatorio de la historia de nuestro continente: los momentos introspectivos y extrovertidos de la mirada estatal-intelectual de nuestra región dentro del sistema mundo, que coinciden con los momentos de apertura democrática. Nos encontramos en un momento que podemos acordar-construir-desarrollar un sistema político que nos permita dejar de ser sociedades bipolares, cuya historia es una sucesión de momentos fallidos y eventos traumáticos; dejar de ser una sociedad en la que los políticos cambian y la corrupción no desaparece, debido a que la concepción del Estado sigue siendo patrimonialista, cualquiera sea el bando en poder; dejar de ser sociedades donde los políticos criollos aplican la estrategia de guerra romana de tierra baldía contra sus enemigos y en cada nuevo régimen volvemos al primer día de la Creación en materia de leyes, derechos y proyectos de desarrollo o política internacional. Dejar atrás al Ogro Filantrópico o Estado autoritario, con sus políticos vengativos que tienen por mantra la idea: Después de mí, el Diluvio; antes de mí, la Nada. Nuestra historia política está repleta de Pachakutecs y Pizarros, políticos venales que usan el poder para satisfacer pasiones personales como la venganza, la lujuria o el dinero público.
Otra manera de interpretar este momento es viéndolo como uno de tantos momentos críticos en que la sociedad cambia de punto de apoyo (y pasa de la derecha a la izquierda o viceversa) para poder avanzar o para retroceder, en un intento por dar el siguiente paso dentro de un camino que está lejos de decidir y aún más lejos de poder diseñar, debido a nuestro atraso tecnológico y nuestra desunión regional. Este es el momento en que los países BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica) son la nueva variable en la ecuación y no hemos sido capaces de incorporarnos en él como bloque, sino como apéndices o terreno propicio para que los elefantes peleen. No es causal el maoísmo de García Linera y el MAS sea militante y furioso al punto de negar la realidad; es lamentable ver en los noticieros de televisión la manera desesperada en que el entorno presidencial se empeña en negar las pruebas que involucran cada vez más al presidente Evo Morales con la empresaria Gabriela Zapata, por ejemplo. El que los escándalos de corrupción hayan involucrado a una empresa china (CAMC) y que diputados oficialistas salgan en defensa abierta de los intereses extranjeros tampoco es fortuito, es otra vuelta de rosca en la historia, es Goni Sánchez y sus ministros apostando en contra del país.
(Más que un despotismo asiático de ropaje maoísta, soy partidario de una democracia occidental; en ella cabemos todos, desde Rosa de Luxemburgo hasta el modelo de sociedad abierta que se opone al oscurantismo ultra conservador y sus teorías conspiratorias, sin la plaga de falsos mesianismos ni dictadores que se consagran a nombre del proletariado. Por el contrario, en la historia inmediata el despotismo asiático ha producido la pesadilla del clan Fujimori, lo mismo que el terrorismo de Sendero Luminoso en la región. En su lugar de origen, este despotismo ha producido genocidios en una escala que se cuenta por millones de víctimas.)
Asombra el descaro con que García Linera suple su falta de carisma personal a través de alimentar el odio revanchista. Tiene bajo su servicio personal los micrófonos y las cámaras privadas y del Estado para cultivar dudosas interpretaciones del pasado colonial lo mismo que para dogmatizar acerca del compañero Evo. García Linera ha cebado aquel odio racial en una suerte de religión de Estado, la exacerbación de las diferencias entre bolivianos a favor del culto a la figura de Evo Morales como el héroe de una historia patria que se sabe es una construcción colectiva, resultado de heroísmos anónimos y colectivos como el de las víctimas en El Alto, para no hablar del gran debate de ideas a escala nacional que se produjo entonces y del cual el MAS no hizo más que tomar sus puntos de consenso para armar un discurso que después abandonaría (la llamada Agenda de Octubre).
En lugar de un avance cualitativo de la convivencia en sociedad encontramos los mismos prejuicios racistas acerca de la corrupción y la inmoralidad... puestos al revés. Con todos sus despropósitos el MAS ha probado algo que ya se sabía: todos los seres humanos hacen popó; aunque se empecinen en afirmar que el popó de ellos no huele y no se mencione siquiera si el popó es del tata Evo. Así de burdo y grotesco es el nivel discursivo de García Linera cuando intenta explicar al pueblo las denuncias de corrupción o cuando intenta justificar el por qué vienen perdiendo las últimas votaciones. Su calado intelectual en la cultura aymara es tan profundo como puede ser el paternalismo de un blancoide orgulloso de sus indios. El sociólogo aymara Félix Patzi sintetiza la idea que el MAS ha elaborado acerca de su pueblo como la transformación del aymara en un idiota cultural. A pesar de esto, sin embargo, García Linera es capaz de pasar como uno de los pensadores marxistas más importantes de Latinoamérica con su bizantinismo de resonancias althuserianas. ¿Cómo alguien es capaz de navegar por el ancho mundo con bandera de lumbrera intelectual y licenciado en matemáticas y sociólogo, cuando en rigor de verdad no ha tenido la constancia y disciplina suficientes más que para obtener el título de bachiller en humanidades? Una proeza admirable en verdad. Acaso la respuesta a esta pregunta se encuentre en los alrededores de una sentencia formulada por Octavio Paz: El marxismo es el opio de los intelectuales. (Para quienes quieran profundizar en las raíces psicológicas de personajes así, recomiendo leer El gesticulador, de Rodolfo Usigli, un clásico del teatro mexicano.)
Pero yo distingo entre el marxismo y los marxistas, al igual que lo hacía el maestro Octavio Paz. Sería injusto atribuir las astucias de nuestro vicepresidente a una respetable y rica escuela de pensamiento que aspira al conocimiento científico de la sociedad y su transformación democrática (no elitista, como propone el fascismo). Académicos y activistas advirtieron el problema y tal vez debido a una cuestión de formación aquellos generadores de ideas fueron mantenidos distantes del MAS y sus prácticas gangsteriles. Disentir en un Estado de tradición estalinista es peligroso y siempre se corre el riesgo de caer en desgracia política ante el caudillo, como ha pasado con muchos de los que encumbraron en el poder a Evo Morales. Una de aquellas disidencias de izquierda es, precisamente, la ex esposa de García Linera, Raquel Gutiérrez Aguilar, hoy docente universitaria en la ciudad de Puebla. Desde una posición de izquierda militante, su visión crítica tiene la perspectiva que otorga la distancia y el mérito adicional de provenir de alguien que conoce Bolivia. Como ex compañera de Linera, resulta una voz confiable para formarse una opinión acerca de la clase de sujeto que es el Álvaro. En una entrevista previa al referendo del 21 de febrero, Gutiérrez rompía su silencio con un recuento de lo sucedido desde el año 2000 a la fecha y aquel proyecto guerrillero indigenista que enarbolara junto con su pareja. Su visión parece honesta, más reflexiva, menos fierrera, más sabia quizá, lo suficientemente madura como para no dejarse impresionar por los fuegos de artificio retóricos que acostumbra García Linera para deslumbrar a su público cautivo. En una entrevista del diario paceño Página 7 ("Raquel habla de despojo: 'En Bolivia, la energía colectiva ha quedado depositada en una sola persona'") la ex pareja de García Linera comenta la situación del país tras 10 años de gobierno del MAS y su derivación, el evismo:
"Hay figuras que son caudillos como Hugo Chávez y que entonces están inscritos en la psique social de una manera muy diferente, y hay personajes que lo que han hecho es desarrollar sistemáticamente una capacidad para enajenar y apropiarse de esfuerzos colectivos y concentrarlos. A mi juicio, ese es el caso del Evo y del Álvaro”, confirma Gutiérrez.
Acerca de la bonanza económica de estos años y el pretendido socialismo vigente, sin ser explícita, Gutiérrez confirma algo que en las calles se repite de manera más violenta:
“Obviamente hay nuevas élites económicas en Bolivia, no hay que negarlo. Y tienes empresarios que lograron su acumulación de capital en la producción de hoja de coca y una serie de variaciones en la estructura económica”.
En lo personal debo acotar que para mí aquella organización político-militar de la que habla Gutiérrez -y que García Linera repite como una suerte de epopeya personal rumbo a la toma del poder- no está relacionada de manera directa con el éxito del MAS en llegar al gobierno, como sí lo está la figura de García Linera comunicador social en las pantallas de la televisión. Los Ayllus Rojos fue un fracaso rotundo de cabo a rabo, tanto que hoy sus miembros están peleados, no se hablan o son enemigos de manera pública. Para Felipe Quispe, García Linera es un blancoide impostor, uno de tantos agitadores de indios que al igual que durante la Colonia fue hábil para usar a los aymaras y llegar al poder. No sé si para Gutiérrez Aguilar su compañero García Linera sea un arribista social que abandonó sus ideas revolucionarias y se separó de ella cuando vio la oportunidad de convertirse en vicepresidente, para finalmente desposar a una señorita bien de la sociedad paceña.
Para los estudiantes universitarios de la UMSA en aquel entonces (años ’80), los llamados Ayllus Rojos nos parecían un intento del peruano Sendero Luminoso por extender su violencia e influencia en Bolivia, un grupo que hoy sería calificado como terrorista clásico. Esta impresión parecía confirmada por testimonios de dirigentes estudiantiles que habían sido abordados y que vivían perseguidos o se decían amenazados de muerte debido a que se habían negado a ser incorporados en su organización político-militar clandestina. El reclutamiento forzoso de militantes, el embaucamiento, la estafa ideológica, siempre me pareció una cobardía delincuencial, un burdo secuestro como cualquier otro, una vileza indigna de cualquier causa, la claudicación de la razón y la falta de argumentos, un fracaso de la inteligencia humana, una opción por el fanatismo atrabiliario. En mi opinión estos son los genes políticos de una izquierda programada para el fracaso, los mismos genes que alimentaron la violencia política de las FARC en Colombia los últimos 50 años, un monstruo capaz de retroalimentarse y prolongarse y reproducirse por simple inercia (Un dato: el 40% de los integrantes de las FARC son niños de la guerra, es decir fueron reclutados a la fuerza.)  Bolivia es un país pacífico y siempre ha encontrado la manera de resolver sus problemas porque es un pueblo que no cree en la violencia sino en la justicia. Bolivia es un largo aprendizaje histórico al que ni Ché Guevara le pudo prender fuego en los ’60, ni sus imitadores de Teoponte en los ’70, ni la vesania de Sendero Luminoso en los ’80.
En lo que parece una versión elaborada de un artículo anterior, Álvaro García Linera ha tenido oportunidad de presentarse en sociedad ante los lectores de Argentina (2009). Su versión de sí mismo y de las cosas que hizo para merecer la vicepresidencia de Bolivia nos dibuja la figura irreal de un adolescente que a los 15 años de edad sabía que sería el Lenin boliviano, un niño que había leído los tres tomos de El capital de Karl Marx y que desde su infancia poseía la rebeldía que prefiguraba al futuro guerrillero –esta es la versión de su hermano Raúl dada en otra entrevista- y solía divertirse destrozando vidrios en barrios ajenos... Intentando impresionar a sus lectores argentinos del periódico Página 12, Linera nos divierte con sus exageraciones acerca de sus características de personalidad que pretenden convencer al lector acerca de la necesidad de una revolución armada, equiparándose veladamente con el mismísimo Ché Guevara. El sentido de ubicuidad de García Linera no lo engaña: siempre ha dejado que los aduladores del régimen exploten la figura de Guevara porque en Latinoamérica está asociada con cierto idealismo romántico, pero en los hechos su modelo y referente ha sido el tenebroso presidente Gonzalo, alias de Abimael Guzmán, hasta el punto de determinar su idea determinista, mecánica, esquemática, fanática, intolerante y sanguinaria de la historia y de la realidad. De todo ello resulta una caricatura que, en mi opinión, sólo es creíble para un lector imberbe del peronismo maoísta, o alguna de sus variantes yihadistas. En todo caso, queda claro que su interlocutor es una mente alucinada con una idea bastante simplona de la Guerra Sucia de los años ’70 entre Montoneros y la Triple A, pero no alguien con cinco dedos de frente que lee en busca de comprender la historia de nuestros pueblos y no consumir propaganda y dogmatismo panfletario.
Esto en parte ha sido consecuencia de su anti intelectualismo militante, que ha hallado su complemento en las inseguridades intelectuales de Evo. García Linera es el pedagogo, la figura paternal que lo sabe todo y cuya infinita paciencia hace que los pobres indios entiendan los problemas de Estado más complejos; es el profesor que predica desde el púlpito de la Revolución con la imagen de Evo por fondo, sin licenciados cerca que le hagan sombra o que se atrevan a cuestionar su autoridad o disentir con los terribles augurios que lanza en momentos de desesperación política.


Tal vez Evo Morales sea la mejor invención de Álvaro García Linera en su loca y aventurada búsqueda personal del poder. Una invención simplona; en el mejor de los casos, una narrativa para turistas despistados. Lo triste es que luego de 10 y más años de gobierno corrupto, la democracia en Bolivia depende y de una izquierda cooptada y temerosa de salirse de un libreto que ha sido establecido por los nuevos y viejos patriarcas de la corrupción; la derecha ultra conservadora de filiación nazi y principios feudales sólo piensa en la hora de su venganza, su proyecto de país es dejar todo en manos de organismos internacionales y entregar todo al mejor postor. La oposición política conservadora no logra superar su visión rentista de país. Los ciudadanos nos hallamos atrapados en los resquicios de una polarización falsa: el extractivismo corruptor del MAS y el entreguismo apátrida de la vieja rosca gonista.







Santa Cruz de la Sierra, 9 de mayo de 2016



DOS
Parece haber un complejo de inferioridad en el MAS por haber llegado al poder a través del voto popular y en elecciones democrático burguesas. Lo que Octavio Paz llamara el mito sangriento de la revolución en la izquierda mexicana de los años ’70 (cuando escribe El ogro filantrópico). Según esta una manera de pensar, la sangre es más que inevitablenecesaria, para que una revolución deba ser definida como tal. El MAS ganó las elecciones luego de una revuelta que fue detenida, entre otras cosas, gracias a la solidaridad y la opinión pública internacional, que no toleró un acto de barbarie como la masacre de gente desarmada o los 600 muertos que los represores calculaban necesarios para escarmiento. A personajes como García Linera parece atormentar esta idea relativamente pacífica de conquistar el poder; un tormento cuyos orígenes son religiosos: la víctima propiciatoria. Si la Revolución cubana tuvo a Ché Guevara y el MNR tuvo a los ex combatientes del Chaco organizados en frentes de obreros mineros y campesinos, el MAS no puede presumir de figuras combativas así y debe elaborar sus propios mártires, aunque después no los reconozca. El caso de las víctimas de El Alto es de lo más patético: durante años aquellos jóvenes y adultos fueron sacados en procesión para que desfilaran ante las cámaras de televisión y caldearan el coraje popular y la indignación con sus cuerpos mutilados e inválidos. Pero este acto de civismo organizado ante las cámaras del mundo solía coincidir extrañamente con el calendario electoral del MAS y sus necesidades proselitistas. Aquellos héroes convertidos en pobre gente desfilaron durante años bajo la promesa de algún tipo de compensación o reparación gubernamental por haber perdido una hija, un familiar, un brazo, una pierna o por haber quedado inválido.  Pero haber puesto el cuerpo a las balas de la represión gonista en su hora más terrible no parecía suficiente para el ego del Evo revolucionario, quien durante años de gobierno los usó todo lo que pudo, hasta que empezaron a cansarse de la evidente instrumentación del MAS, que debía su éxito político a este tipo de manipulaciones mediáticas. No en balde el MAS ha perdido las elecciones municipales y gubernamentales de La Paz y El Alto en nuestros días.
En distintos momentos de la lucha política (2006-2009) la frialdad y la falta de escrúpulos del MAS para instrumentalizar el sufrimiento ajeno alcanzó niveles vergonzosos, inhumanos. Las ONG’s de entonces -muchas de ellas habían ayudado a llevar al MAS de Evo al poder-, le hacían notar la crueldad implícita en esta sed de sangre o pulsión de muerte que parecía tener ebrios de poder a los miembros de la cúpula del MAS. La falta de lealtad hacia sus bases y sus compañeros era evidente, daba espanto pensar en las escenas que se fraguaban. “Los derechos, si no son humanos no son derechos” se le dijo franca y abiertamente, como un intento por frenar el canibalismo de esta nueva izquierda que procedía como una secta religiosa en crisis, siempre en busca de fabricar mártires y santos; un dios Cronos que devora a sus propios hijos. La ritualidad religiosa siempre estuvo presente en el pensamiento de la izquierda marxista mexicana lo mismo que latinoamericana. Lo que Paz cuestionaba y advertía era la arrogancia intelectual y la contradicción de términos de la izquierda mexicana. Su crítica buscaba abrirse a las nuevas ideas de la época: las lecciones del ’68 francés, la filosofía de Mahatma Ghandi, la resistencia pasiva y la doctrina de la no violencia y la lucha por los derechos civiles de los movimientos afroamerivanos en los Estados Unidos; herramientas nuevas de lucha civil que no llegaron a cuajar del todo en Latinoamérica debido al culto por Ché Guevara y sus ideas foquistas; lo que a la larga costaría a la región el exterminio de toda una generación de jóvenes durante los años ’70, quienes prefirieron ignorar el fracaso de Ernesto Guevara como ministro de Economía para seguir su mesianismo en armas.
En su autoritarismo totalitario el pensamiento central del MAS es descendiente directo del estalinismo, tamizado por la experiencia de la Cuba de la Guerra Fría (eficiente, pero congelada en 1959 y lejos de ser la vanguardia revolucionaria de ayer). El MAS debe más al maoísmo post capitalista de China que a la tradición obrera de los países capitalistas centrales (la Inglaterra de Marx y Engels, por ejemplo). Alguien más sintetizó ya la lógica arbitraria con que se ha manejado el MAS desde sus inicios, la clave de su verdadero pensamiento económico: Capitalismo para los amigos, socialismo para los enemigos. Literalmente Evo Morales y los suyos amenazan a sus enemigos políticos con el socialismo y la nacionalización, lo que ha hecho que aquellos empresarios conspiradores prefieran sumarse a su carro y dejar las intrigas. Un socialismo selectivo y discriminador, como el capitalismo selectivo y discriminador de Goni Sánchez y los suyos. Aunque ambos se reclamen política y químicamente puros, se sorprenderían de encontrar paralelismos y semejanzas que van más allá de la casualidad. ¿Simple plagio?...
La disfuncionalidad del que se ha acusado al MAS como partido de gobierno es debida a su adicción por la propaganda. (El mismo error cometido por la desaparecida URSS, que llevó a negar la realidad de la economía y despertar a la realidad de los números como quien despierta a una pesadilla.) A ratos pareciera que García Linera repite un discurso para un auditorio ajeno y distante, tal vez un público cautivo y aislado en Corea del Norte, o China, o Cuba o la propia Venezuela; un público necesitado de motivación para no perder las esperanzas en un milagro salvador y hacer de Evo un súper hombre. Bien decía el apóstol San Pablo que el conocimiento conduce a la soberbia, pero sólo el amor construye (Chomsky).
La democracia en Latinoamérica hoy tiene varios peligros que la amenazan. Luego del despilfarro de un enorme capital político por parte de los gobiernos neo populistas de izquierda en Brasil, Argentina, Venezuela, Paraguay, Bolivia y Ecuador, parece querer sucederle un populismo revanchista y castigador de derecha cuyo tono evangelístico pone en evidencia su inspiración: la derecha religiosa. En este momento la democracia (liberal burguesa y no) tiene al neo populismo de izquierda en su contra y debe encarar una forma nueva de teocracia, incubada en quién sabe qué catacumbas. Esta neo teocracia amenaza con regresar el reloj de la historia a los tiempos bíblicos, previos a Jesús de Nazaret, cuando la lapidación de la mujer fueron un acto de justicia divina y la lectura literal de los textos religiosos fueron la base intelectual de todo derecho. ¿Dos mil años de historia en Occidente culminarán con súbditos y siervos del Reino de Dios en lugar de ciudadanos conscientes de sociedades libres? Los enemigos acaban por parecerse, cada quién termina por parecerse a sus fobias: ¿el fundamentalismo cristiano sigue los pasos del fundamentalismo musulmán, quien tiene al Corán como la base de su pensamiento y sistema legal? Lo sucedido en Brasil durante la destitución de la presidenta Dilma Rousseff preocupa porque nos muestra que tal vez no estemos lejos del día en que nuestras universidades hagan a un lado la tradición secular del Derecho Romano para estudiar leyes bajo la aprobación de alguna virtual Santa Inquisición. Por el momento el MAS se ha mostrado hábil y pragmático, aunque esto le haya significado traicionar a sus aguerridas bases feministas y haya penalizado el aborto para quitarse la presión de la Iglesia Católica conservadora y las sectas evangélicas afines a Estados Unidos, que suelen ser más implacables y efectivas a la hora de usar el llamado  derecho a la vida como coartada para demoler gobiernos, dividir países, destrozar carreras políticas y desarrollar una persecución religiosa contra personajes indeseables e incómodos.
Las feministas que ayer dejaron morir solo a un amigo, hoy deben beber la cicuta de la traición del MAS y un Evo Morales con doble personalidad. Por un lado, aquel feminismo partidario debe tragarse el machismo de un solterón empedernido, un mujeriego que permanentemente hace bromas de dudoso gusto a sus compañeras de partido o subordinadas, un tipo presuntuoso que no siente respeto por las mujeres en general y es alentado por su corte en sus sentimientos de macho alfa que parece espantar a las jovencitas campesinas que se le acercan, las seduce o las abandona para dedicar lo mejor de sí a la otra querida (dice estar casado con Bolivia) y cuidar de su numerosa prole política (la Generación Evo). Por el otro lado, el feminismo boliviano debe tragarse también al Evo que se dice creyente en la familia estereotípica y los valores tradicionales de la sociedad y el orden patriarcal, el que quiere moralizar a los jóvenes y alienta la paternidad irresponsable o asocia a los blancos con la calvicie, la homosexualidad y los pollos...
Pero ya se sabe que en la política boliviana no hay traiciones, sino cambios de alianzas. Más que una moral revolucionaria -o siquiera nueva, auténtica, mejor-, el MAS no ha dado muestras de tener algo nuevo que decir; dentro del MAS nadie cometería suicidio político declarándose homosexual, por ejemplo. En algún momento el partido en gobierno ha llegado al extremo de destituir a un funcionario público y denunciarlo públicamente por ¿el delito? de portar la enfermedad del SIDA, lo que no ha sido más que otra manera de revancha política. Este es el rostro neo conservador del MAS, que se muestra en diferentes formas descarnadas: cuando alguna diputada procede por consigna y no muestra respeto por sí misma (conciencia de género) y justifica los amoríos de su jefe Evo y su corte palaciega, sobre todo en las últimas fechas, en las que se han visto comprometidos y bajo inclementes acusaciones de tráfico de influencias.
 “(…) el MAS y el Presidente han fracasado en su intento de formular soluciones estructurales para el sistema de administración de justicia. Ha sido una oportunidad perdida. Había grandes condiciones para implementar, después de casi 180 años, un proceso de construcción de un verdadero sistema de administración de justicia, esencial para la vida del país (…) Lamentablemente, debería decirlo como conclusión, yo no creo que en este gobierno pueda llevarse adelante un intento de verdadero proceso de reconstitución de un renovado sistema de justicia; creo que hoy el MAS, el Gobierno, es un obstáculo para llevar adelante un proyecto de renovación completa en la administración de justicia (…) Reitero: el Gobierno actual está deslegitimado y descalificado para llevar adelante la labor histórica de resolver las tareas de la justicia, es un trabajo ciudadano para los próximos cuatro años. (Juan Del Granado: El MAS es un ‘obstáculo’ para la reforma judicial” La Razón, 25 de abril de 2016,) En esta entrevista, Juan del Granado se anticipa a los más que previsibles resultados absolutorios de la Comisión parlamentaria nombrada por el MAS, en franca tarea de limpieza de la imagen de Evo Morales y liberación de toda culpa, como finalmente sucedió.
Quizá el fracaso más grave del MAS haya sido el de la administración de justicia. ¿Cómo se explica que los líderes de un partido hablen todos los días acerca de las grandes injusticias en el mundo y no sean capaces de reformar su propio sistema de justicia? Señalado como el amo y señor del Sistema Judicial, Álvaro García Linera no oculta su protagonismo central en el sistema de aplicación de la justicia en el país. Su liderazgo –llamémoslo así- ya fundió al pasado Tribunal Supremo Electoral, considerado el cuarto poder del Estado, que terminó deslegitimado hasta la vergüenza. La independencia de poderes es violado a cada paso y la poca institucionalidad existente se ha venido abajo por la concentración del poder en los caudillos y sus arbitrariedades (incapacidad para delegar responsabilidades). Bajo las órdenes de García Linera el sistema penitenciario de Bolivia ha terminado por colapsar y en la actualidad se calcula que la población penitenciaria consta de un 40% de personas encarceladas de manera arbitraria. Esto es: sin acusación ni proceso ni veredicto alguno. El ciudadano que cae en las garras del sistema judicial en realidad ingresa al submundo de la política boliviana: carteles de narcotráfico, pandillas políticas, consorcios de abogados y jueces corruptos, esquemas empresariales y mafias internacionales que se encuentran hacinadas en un mismo hueco junto con niños, personas inocentes con familia y sin dinero para acelerar el funcionamiento de la burocracia o para contratar un abogado más o menos honesto que no lo estafe dos veces antes de sacarlo libre. No es exagerado decir que el Estado boliviano es el más grande secuestrador y que su sistema judicial es el más grande sistema de extorsión. ¿En qué quedó la justicia comunitaria? García Linera y su milicia privada de Ponchos Rojos (émulos de Víctor Paz y las milicias del MNR) son los responsables de haber pervertido la justicia comunitaria para convertirla en herramienta de terror y burda represión, de amedrentamiento y persecución de enemigos políticos y cualquier asomo de disidencia. Bolivia se ha convertido en el reino de la injusticia y la arbitrariedad, donde los ciudadanos viven muy lejos del ideal social que la izquierda política prometiera. El neo populismo que encarna el MAS nunca tuvo interés por aquello que lucharan los viejos militantes de la izquierda que enfrentaran las dictaduras: la aspiración de una sociedad más justa. El poder por el poder no conduce a nada; el MAS ha jugado al poder y el dinero para diluirse en la nada de la corrupción y la auto indulgencia. Ha sido hábil para corromper a sus enemigos y convertirlos en aliados bajo alguna forma disimulada de soborno o amedrentamiento. Sin embargo, al escuchar los discursos iracundos pareciera que la realización de todas las utopías está a la vuelta de la esquina.
“Si nos unimos de verdad, nuestro proceso puede ser como en China, gobernar para toda la vida” –Evo Morales durante el último congreso campesino de Cochabamba.

Santa Cruz de la Sierra, 17 de mayo de 2016
Franklin Farell Ortiz

Magister en artes por Saint Louis University