domingo, 4 de junio de 2017

¿Cómo decirles que no es un imposible?

¿Hasta qué punto está incrustado en nuestra conciencia personal y colectiva el problema del mar?  He dedicado los últimos años de mi vida entre otras cosas a investigar en la Historia de Bolivia aquellas razones por las cuales nos llevamos tan mal con nuestros vecinos de Chile. En general nos ha ido mal con la mayoría de nuestros vecinos porque tras la independencia hubo en toda América un reacomodo de fronteras de la cual salimos peor parados debido a que el Estado boliviano perdió la conciencia militar de su territorio cuando los doctores dos caras expulsaron a los libertadores Bolívar y Sucre y porque como descendientes aislados e inadvertidos de la ilustre Real Audiencia de Charcas fuimos fácil blanco de charlatanes, envidias y ambiciones de nuestros vecinos. Pero nada nos afectó tanto a lo largo de nuestra historia como la invasión y el despojo perpetrado por Chile en 1879. Los últimos años de nuestra vida colectiva y personal no tienen explicación sin nuestra relación con Chile: desde la llamada guerra del gas (fin del gonismo o caída del neoliberalismo y fracaso del ALCA), hasta lo más exitoso que ha tenido este gobierno en materia de relaciones internacionales (enjuiciar a Chile para que cumpla con sus promesas de devolvernos el acceso libre y soberano al Océano Pacífico).

Para ser honestos, cuando me inicié en estas averiguaciones lo hice con bastante inseguridad porque creí que había que empezar todo de cero. Pero me sorprendió ver que no era tan así, que algo habían hecho nuestros historiadores y salí firmemente convencido de los derechos de Bolivia y la posición que hoy defiende con éxito ante la Corte Internacional de Justicia en La Haya. Sin embargo, me sentí escandalizado por la incapacidad-insensibilidad-indolencia de nuestros gobiernos para advertir un peligro latente como la doctrina Portales, aquel engendro ideológico que ha sido alimento de almas penitentes del nacionalismo chileno y que parecía perdido entre la multitud de teorías conspiratorias de la Guerra Fría.

Dejé de escribir y opinar sobre las relaciones de Bolivia con Chile después que ganamos en La Haya porque el debate se salió de madre. Me di cuenta que perdía la objetividad y me ganaba la indignación: el que se enoja pierde. La ignorancia es atrevida y desde Chile se ha cultivado cierta forma de la impunidad intelectual que resulta tan ofensiva como peligrosa. Descubrí con asombro que hay generaciones enteras de ciudadanos chilenos educados en la pedagogía de los generales con el sentido de la verdad histórica de Augusto Pinochet: "Bolivia nunca tuvo mar, todo fue un invento de Bolívar". ¡Todos estos años las élites de Chile han engañado a propios y extraños con este mantra y piedra de toque de su política exterior! "No hay nada que tratar sobre el tema"; ¡tuvimos que llegar a La Haya para enterarnos que había algo llamado Pacto de Bogotá!

Pero callé además porque nuestro triunfo en la Corte Internacional de Justicia ante Chile parecía hacer más mal a Bolivia que a Chile… Mientras entre nuestros vecinos se han endurecido posiciones, en Bolivia el presidente ha dividido a los bolivianos en lugar de unirnos más. Lo primero que se le pidió a Evo que no haga -no amarrar la causa marítima a su suerte política personal pues el mar está por encima de los intereses personales- fue precisamente lo que hizo. ¡Sin haber ganado más que un fallo y un papel a favor de Bolivia, sin tener nada más entre manos, Evo ya se hacía dueño del Océano Pacífico, de las Islas Afortunadas y demás tierras conocidas y por conocer! Los celos y la inseguridad, el personaje mezquino que estaba oculto en Evo salió a flote cuando el vocero internacional nombrado para representarnos fue a Santiago e hizo lo que a ningún mediocre se le hubiese ocurrido: frente a las narices más respetables de la diplomacia y la política chilena demostró la inconsistencia y la irracionalidad de la posición que ha construido Chile a lo largo de su relación con Bolivia. Una vez más Evo Morales se guió por los consejos de yatiris y aduladores (políticos mediocres y retorcidos, mercenarios) y procedió a destituir al vocero internacional de la demanda marítima, Carlos Mesa, para después proceder a denigrarlo azuzando a sus huestes y escribanos. La vieja y tradicional escuela del masismo "no termina de salir de una cuando cae en otra" desde que fue derrotada en el referendo del 21F. El equipo ante La Haya perdió la concentración. La discusión se desordenó. El afán re eleccionista de Evo pesa más en el MAS que la mediterraneidad de Bolivia, digámoslo de una buena vez.

¿Cómo retomar el asunto? Chile ha tomado la iniciativa por la mala. Presiente –si no es que sabe- que perderá en La Haya y ha optado por la agresión abierta y la injuria mal disimulada. Pateó el tablero. Ahora tiene a 9 funcionarios del gobierno de Bolivia en sus cárceles bajo la acusación de delincuencia común y robo. ¿Se encontraban en territorio boliviano al ser interceptados y humillados por la Policía chilena? ¿Fue un secuestro? En condiciones normales el incidente se debió haber resuelto por la vía diplomática y el intercambio de llamadas telefónicas; pero ha sido demostrado que la justicia en Chile no es independiente y sí está sujeta a determinaciones políticas del Poder Ejecutivo y su diplomacia tradicionalista, que a partir de ahora juega con un arma de doble filo pues el incidente pesa en su contra ante La Haya. ¿Esto es algo que le tiene sin cuidado al canciller Aroldo Muñoz? Si es así, el camino tomado por las autoridades de Santiago es el de minar el terreno de la diplomacia ante un resultado adverso en La Haya.

Quizá en algún momento del día Evo sueña con obligar a los bolivianos a elegir entre él o el mar, entre la democracia y su monarquía estalinista a la coreana. Es ofensivo, sí. Indignante, también. Así están las cosas en estos días. Este error garrafal del MAS nos ha costado mucho; para no hablar de juegos de espías chilenos y los vende patria de siempre. Respetar las reglas del juego, "gobernar obedeciendo", cumplir las propias leyes; no era un imposible lo que se les pedía. No pudieron ni con eso. ¿Es casual que el gobierno de Evo se apoye cada vez más en los militares? Con un ojo puesto en lo que sucede en Venezuela, con Maduro y su dictadura cívico militar al estilo Barrientos, dentro del MAS quizá se hayan decidido por la vía de la catástrofe. Justo cuando empezábamos a ganarle a Chile.  Corromper a las Fuerzas Armadas como lo hicieron Chávez y Maduro no es la solución. No es preciso que lleguemos a ese extremo, aunque a Linera le gustaría y Quintana haya empezado a trabajar en ese sentido desde Cuba. "Mandar obedeciendo", no hay otra señor presidente.

¿Cómo decirles a los chilenos que están en la obligación de obedecer un fallo de la Corte Internacional de Jusiticia si Evo se pasa por el arco del triunfo su propia Constitución? ¿Con qué moral les vamos a decir a los tiburones de Santiago que deben escuchar nuestra demanda si la injusticia campea en el país y la extorsión política es el modus operandi del oficialismo? ¿Con qué razón vamos a desarmar los ánimos belicistas y desmontar la maquinaria de guerra de Chile si acá cualquier pela gato sindicalista se cree dueño de la verdad porque carga un chicote y está dispuesto a invadir tierras ajenas por el solo hecho de pertenecer a una etnia dominante y no otra? ¿Cómo vamos a demostrar nuestra verdad ante la comunidad internacional si desde el MAS se viene atropellando el derecho a disentir y se falta a la verdad todos los días y a todas horas? El neopopulismo en América Latina no pudo transformar la sociedad y se conformó con prebendalizar y corromper al pueblo; nos hemos envilecido como sociedad y cargamos con un cinismo y una falta de escrúpulos que nos hace peligrosos y autodestructivos.

Creo que en algún momento posterior a su derrota del 21F Evo y el MAS perdieron el libreto de esta historia. Una historia bonita, verosímil y verdadera con la cual estábamos persuadiendo y convenciendo, seduciendo y aglutinando. Los gobernantes ultra conservadores de Chile parecían cercados y sin escapatoria ante la verdad de la Historia -con hache mayúscula-. Tuvimos la oportunidad de hacer Historia de la buena, no ésta otra cochinada de un Evo impune ante la ley y el endiosamiento de la corrupción; un malestar que irá creciendo a medida que la crisis de Venezuela y los demás vecinos nos alcance. Para ser el presidente más humilde de la historia de Bolivia, Evo tiene gustos y antojos un poquito caros. Los más de 500 millones de dólares en concesiones del Estado a la china CAMC y Gabriela Zapata nos han dejado lecciones duras de aprender que no acabamos de asimilar. La falta de transparencia de la justicia boliviana opera en contra de nosotros dentro y fuera del país. Los trogloditas de Chile ahora se pitorrean de la ingenuidad de quienes obran de buena fe y creen que la convivencia fraterna entre vecinos. ¿Hemos dejado sin argumentos a nuestros potenciales aliados? No creo. Estamos a tiempo de corregir. Evo tendrá que decidir si retirarse entre aplausos de propios y extraños o hacerlo como lo está haciendo el triste Maduro en Venezuela, bailando sobre los ataúdes de su pueblo.

Franklin Farell Ortiz
Magister en artes por Saint Louis University
Santa Cruz de la Sierra, 4 de junio de 2017 

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