jueves, 16 de junio de 2016

El poder, para qué 2/3

TRES
Al igual que el proceso del general Gary Prado Salmón, la persecución judicial del gobernador del departamento de Santa Cruz, Rubén Costas Aguilera, es otro de aquellos casos en los que el gobierno del MAS interviene de manera abierta en contra de la administración de justicia, hasta constituirse en protagonista principal de escandalosos atentados en contra de la institucionalidad del Estado.

En ambos casos (acusaciones temerarias en contra de un héroe militar de Bolivia, Gary Prado Salmón; persecución judicial de la administración de un funcionario público elegido democráticamente, Rubén Costas Aguilera), se pone en evidencia los atropellos y las arbitrariedades en las que se halla inmerso el sistema judicial en Bolivia. El linchamiento mediático empleado por el Gobierno del MAS no ha mostrado ser mejor que el empleado por el terrorismo mediático de que fuera víctima ayer. El llamado “proceso” se ha constituido en un esquema político caudillista que gira en torno a la figura de una persona que está lejos de ser la persona intachable que dice ser, Evo Morales. No es de socialismo de lo que hablamos cuando tratamos con el MAS de Evo Morales, sino de caudillismo simple y ramplón. Esto es algo que a últimas fechas ha sido asumido sin el disimulo inicial. Uno de los primeros en ser alejado por la rosca del MAS lo expresó de manera lúcida allá por 2010, cuando nuestros “revolucionarios” de hoy todavía se ruborizaban ante la sospecha de caudillismo en sus filas: En el MAS no hay revolucionarios ni demócratas (Eduardo Maldonado)

La falta de independencia entre los poderes del Estado no cesa de ocasionar atropellos a los derechos humanos de los ciudadanos y viola los principios elementales de la vida en sociedad. El irrespeto del derecho a juicio justo y transparente es una falta gravísima en la impartición de justicia en cualquier sociedad, lo mismo que el abuso de poder en la administración pública. Todo esto se ha dado a consecuencia de la subordinación de todos los poderes del Estado al poder Ejecutivo, más específicamente en la persona del vicepresidente Álvaro García Linera. En cualquier democracia el ejercicio del poder con sujeción al Estado de derecho es básico y Bolivia lo tiene reconocido como uno de sus principios desde que firmara la Carta Democrática Interamericana (2001). Este principio es o debería ser considerado tan importante como el de las elecciones democráticas o el régimen plural de partidos y la independencia de los poderes públicos si es que queremos definirnos como democracia. La demanda marítima de Bolivia no sólo depende diplomáticamente de su membresía en la Organización de Estados Americanos, sino que con el tiempo la CDI ha probado ser un punto de partida válido para cualquier definición de democracia que se quiera construir.

De manera adicional, la Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia afirma que: “la organización del Estado boliviano está fundamentada en la independencia, separación, coordinación y cooperación de estos órganos”(CPE art. 411 II, art. 12 II, art. 146 II). ¿Es preciso recordar que el Estado boliviano siempre fue concebido como un sistema de contrapesas entre poderes Legislativo, Ejecutivo, Judicial y -últimamente- Electoral? Si uno de estos poderes falla, el sistema entra en crisis y si el equilibrio no es restablecido llega al colapso: si el parlamentarismo se impusiera al presidencialismo, el país entraría en el tortuguismo burocrático, el inmovilismo; si judicializamos la política, se anulan los derechos ciudadanos individuales y colectivos (la libre asociación, la libertad de expresión, el derecho a huelga, independencia sindical, etcétera). En el siglo pasado éstas fueron herramientas de lucha en contra de los dictadores, pero hoy son considerados por el MAS como amenaza a su hegemonía y su intención explícita de permanecer en el gobierno a perpetuidad. Tal vez convenga hacer notar que nunca antes ningún dictador había tenido tanta osadía. Evo Morales ha sido brutalmente franco para expresar sus ambiciones personales, lo que hace dudar acerca del sentido de realidad en que vive o que le construyen sus incondicionales. Los dictadores del siglo XX gobernaron bajo la coartada del momento excepcional, de la necesidad de alterar el régimen democrático para restituir un orden perdido, pero jamás declararon de manera abierta sus intereses personales de perpetuarse en el poder porque de alguna manera intuían que la convivencia en sociedad atraviesa por el reconocimiento de igualdad ante la ley.

Por el momento todas las deficiencias del aparato estatal han sido encubiertas por el carisma y la figura presidencial, el culto a su personalidad alimentada de manera conveniente por el vicepresidente García Linera. Sin embargo, transformar al país en un calabozo no es un proyecto de sociedad, menos la utopía de un socialista que clama poseer nobles ideales. Linera endiosa a Evo porque que es la manera más fácil de acrecentar su propio poder y de desplegar sus fuerzas de ocupación a lo largo y ancho del Estado. El gobierno del MAS ha pretendido resolver sus contradicciones y los problemas políticos de gobierno llenando los calabozos y las cárceles del país, hasta el punto de hacer colapsar el sistema penitenciario y superar los límites alcanzados por un Sistema Judicial corrupto y corruptor. Sólo el control de los medios de comunicación ha hecho que el escándalo no sea mayor y se imponga una suerte de normalidad regulada.

TRES
Si la extrema derecha perdió la autoridad moral a reclamar con los abusos cometidos y la barbarie de sus excesos, el MAS tampoco puede meternos a todos en el mismo saco. La democracia se mide no sólo por el gobierno en ejercicio, sino por el tipo de oposición que tiene. En este punto tampoco andamos bien. Los enemigos y odiadores profesionales de Evo cuentan los días para que caiga el MAS, pero no lo hacen pensando en una sociedad mejor y más justa. Tampoco lo hace pensando en algún tipo de país que nos incluya a todos, que no nos excluya a quienes no somos aymaras como hace el indianismo de academia que impulsa rabiosamente García Linera y sus adláteres.

En los últimos años ha sido algo manifiesto que el proyecto chavista ha dado todo de sí en Venezuela, pero la oposición tampoco ha sido capaz de constituirse en alternativa viable y ha tomado el camino de la guerra política de desgaste, la apuesta por el fracaso de su propio país. Entre Guatemala y Guatepeor, el país del Libertador Bolívar parece hoy condenado a resolver sus problemas vía la autodestrucción, sin que ninguna de las dos fuerzas se muestre dispuesta a ceder en su posición. Como en el cuento de Mario Benedetti, al final de la historia uno de los personajes sonreirá de satisfacción victoriosa ante su casa incendiada.

En teoría el MAS es defensor del principio de complementariedad de los opuestos. En los discursos esto es algo que suena bien, pero no lo aplica. La persecución judicial de los políticos moderados como el prefecto Rubén Costas demuestra que no cree en aquel principio. Lo confirma su falta de autocrítica ante la derrota del referendo del 21F pasado, que ha sido leída por el MAS como una traición a la persona de Evo Morales y una oportunidad para identificar a los enemigos internos y los enemigos externos (sic), no como la voluntad del voto ciudadano o como una oportunidad para retomar el camino perdido.

Como autoridad, en los últimos años el gobernador Rubén Costas viene enfrentando los embates del gobierno del MAS al igual que otras autoridades elegidas democráticamente. El caso de Soledad Chapetón, joven alcaldesa de El Alto, es otra prueba de que el país no permanece estancado en el año 2003 y el propio Rubén Costas trata de ponerse a la altura del país por simple lógica política: aspira a convertirse en un político nacional, dejar de ser el caudillo atrapado en la trinchera regional que le permitió resistir a la arremetida masista a la vez que defender el derecho a la oposición. Aunque haya estado equivocado en sus ideas, Costas estuvo en lo correcto al defender este principio imprescindible para la democracia. El MAS no acaba de admitir que de no ser por una oposición política en serio, Bolivia hoy seguiría adormecida y en brazos de sus numerosos cortesanos, aduladores, grupos delictivos, ex estrellas de fútbol y queridas.

Las ideas evolucionan en el campo de la política al margen del culto a Evo y la retórica mesiánica. Desde el MAS parecen desesperarse por no tener el control monopólico de lo que sucede en las cabezas de los bolivianos. En otras palabras, el MAS debería agradecer que el país haya continuado generando cuadros políticos que podrían superar el esquema político del caciquismo empresarial de Goni Sánchez de Lozada, reemplazar a una derecha cuya esperanza de vida es la senilidad del caudillo empresarial. En el mismo sentido y de manera adicional, el oficialismo parece ser el más interesado en lanzar a los brazos de El Coco las voces de la izquierda disidente: nadie puede estar a la izquierda del MAS porque Linera ha copado todo el espacio discursivo con los medios de comunicación y su retórica incendiaria. Sin embargo, los actos y los resultados de sus actos pueden constatar las contradicciones del MAS y la naturaleza fraudulenta de sus palabras, su manera de proceder desleal y oportunista.

Bolivia no se encuentra atrapada entre Evo y Goni, como quisieran hacer creer desde el MAS. Las logias existen, pero no imperan de manera impune como lo hacían antes en Santa Cruz, por ejemplo. Hay una nueva generación de líderes que no responde a la vieja clase política ni se pliega a la línea fascista feudal o los modos del caciquismo seudo socialista con aspiraciones monárquicas. Es de desear que estemos ante una generación política que no se traga la falsa ideologización del MAS, pero tendrá que cuidarse las espaldas para no ser manipulada por la vieja rosca de Goni y cierto ultrismo al mejor postor. Esta generación política es la esperanza de cambio en el país sin aquella bipolaridad que en el pasado nos condujo a la frustración y al círculo vicioso de la corrupción.

El partido de Costas (Unidad Demócrata) ha denunciado el acoso político del Gobierno a través de 30 procesos judiciales en su contra, todo a partir del año 2008. El gobierno departamental de Santa Cruz ha sido paralizado por la pretensión de aplicar de manera retroactiva una Ley anticorrupción que ni el propio MAS ha respetado porque es burocrática hasta el punto de la parálisis. De hecho, Evo Morales ha creado su fama de político activo y sagaz violando permanentemente la Ley anticorrupción Marcelo Quiroga Santa Cruz. Gobernando por excepción y sin llamar a licitación pública para los contratos del Estado, Evo acabó en el despotismo y ha engendrado casos escandalosos como el de la empresa china CAMC y los 580 millones de dólares que pasaron por manos de su ex amante, la empresaria Gabriela Zapata. Todos contratos aprobados a dedo de los cuales nadie se hace responsable.

“En el presupuesto del año 2007 la Prefectura de Santa Cruz estableció en su programa de seguridad ciudadana la adquisición de movilidades para la atención de emergencias, asimismo el Gobierno Nacional dictó tres Decretos Supremos (29013, 29035 y 29040) entre enero y febrero de 2007, por el cual se declaró al territorio nacional en situación de emergencia nacional, desastre nacional y autorizó la utilización extraordinaria de recursos del Impuesto Directo de los Hidrocarburos (IDH).” (11 Argumentos que demuestran juicio político contra Rubén Costas por compra de 40 camionetas a través del PNUD, página solicitada del Partido Unidad Demócrata del 8 de junio de 2016,  periódico El Deber, p. A16)

Los abusos de autoridad del MAS no se detienen aquí. De acuerdo con la denuncia de UD el gobierno de Evo Morales ha hecho uso de todo el aparato del Estado para empantanar la administración pública del departamento de Santa Cruz para después acudir como los salvadores de la situación (Contraloría General del Estado, Ministerio de Transparencia, Procuraduría General del Estado, Ministerio Público). El montaje del protagonismo de Evo ha tenido un revés, sin embargo, como ha quedado demostrado con las arbitrariedades cometidas durante el salvataje y posterior clausura de la empresa textil Enatex. En los días pasados la Central Obrera Boliviana se ha replanteado su alianza con el MAS y el debate acerca de la independencia sindical ha quedado abierto luego que ésta saliera en defensa de los derechos de los trabajadores despedidos de Enatex. No deja de ser esperanzador que la COB haya demostrado fuerza ante el Gobierno, quien daba por sentado que tenía a todos sus dirigentes embolsillados con prebendas y cargos. Ante el cambio de retórica oficial (la rentabilidad empresarial por el de la responsabilidad social) en Santa Cruz el dirigente local de la COD, Arturo Borda, tuvo que declararse enfermo y hospitalizarse para evitar el enfrentamiento con su partido durante el paro de 72 horas; no tomó partido por sus bases, como debió haber ocurrido dentro de la tradición del sindicalismo boliviano. Enfrentar a su partido político habría puesto en evidencia las contradicciones del esquema masista y habría sido interpretado como una traición personal por el Caudillo, muy maltrecho por el despecho y adepto a la idea de venganza como lógica política.

De manera bastante torpe, el Gobierno del MAS no ha sido capaz de probar sus acusaciones en contra del general Gary Prado lo mismo que en contra de la administración de Rubén Costas. Ha convertido al Sistema Judicial en herramienta de persecución de adversarios políticos y venganza personal. Es de temer que se trate de la eterna adicción a la propaganda de su infantilismo izquierdista, su retórica fuera de lugar, como si la historia permaneciese congelada entre 2003 y 2008. O peor: como si buscara satisfacer el sentimiento personal de revancha de sus caudillos, sin la visión política de país. Evo tacha, descalifica, desconoce, sataniza a sus opositores: a diestra, el imperialismo yanqui; a siniestra, el trotskismo.

En los hechos, Rubén Costas ha sido un factor de cohesión en los momentos críticos, lo que en algún momento le valió ser señalado de traidor por los separatistas. Habría que haber estado en aquella Santa Cruz del descalabro neoliberal y la orfandad gonista para entender lo que esto significa. Las sectas apocalípticas, los grupos neo nazis a favor de la desintegración de Bolivia, las teorías del terrorismo dosificado o las dos Coreas y el posterior retorno de las republiquetas y el aventurerismo empresarial chileno. Todas estas coartadas ideológicas (al uso yugoslavo o vasco etarra) fueron sometidas a través del uso de las atribuciones que la Constitución Política y las leyes otorgan a cualquier gobierno para ejercer la autoridad. Pudo haber sido hecho con el buen sentido de la política, pero se prefirió el espectáculo y la pirotecnia. Los grupos de poder de aquel entonces se acoplaron al nuevo esquema de poder, fueron desplazados por la nueva burguesía azul, según afirma la periodista Amalia Pando refiriéndose a los nuevos ricos surgidos en torno a la corrupción del Estado (y muy probablemente el narcotráfico) a lo cual se llama solemnemente el proceso.

Los grupos irregulares que operan hoy en aquellas zonas del país en donde imperaba la Media Luna responden más a intereses de grupo, logias, mafias político empresariales, caciquismos locales y crimen organizado con vínculos internacionales que van desde Rusia y China, pasan por Irán, Venezuela y los cárteles de la droga mexicanos; una estructura de poder que pudo desplazar a las anteriores formaciones políticas conservadoras sobre la cual imperaban de manera tradicional las mafias italianas, colombianas y los servicios secretos estadunidenses (DEA, CIA, Departamento de Estado, etcétera). El MAS se impuso en el país gracias a la tribalización de la política; no encuentro mejor manera de explicar la permanente reproducción de su hábitat natural de corrupción y prebendalismo fuera del Chapare.

Al anterior estado de cosas –injerencia china en lugar de la estadunidense, por ejemplo- el MAS ha tenido la osadía o la estupidez de agregar el ingrediente religioso: pasar del apoyo y respaldo diplomático a la causa del pueblo palestino, a la promiscuidad política con grupos radicales y violentos musulmanes en un momento en que se desata una guerra santa (yihad) contra Europa, Estados Unidos y el cristianismo entero. He aquí una tarea para el señor Georges Soros y otros millonarios que parecen respaldar de manera incondicional a Evo y que tienen en Juan Ramón Quintana y García Linera a sus mejores operadores políticos. Este entrevero de fuerzas y tensiones es nuevo en Bolivia y es la razón sobre la que descansa el proyecto Evo for ever (sea mediante la adopción del sistema de partido único o de la re elección indefinida). Bolivia ha llamado la atención internacional, pero de qué manera.


La amenaza separatista salió escapando del país en 2009 gracias al uso de los medios previstos por la Constitución y la ley. Desde entonces Evo tuvo oportunidad de hacer y deshacer a gusto y antojo. Rubén Costas es de los líderes opositores que se quedaron y ha sido un líder autonomista sincero con lo que dice y cree: la defensa de Santa Cruz (sea esto la defensa de intereses empresariales, sea el freno a los desmanes de colonos y nuevos traficantes de tierras). Costas es parte de un empresariado criollo cuyos intereses permanecen en el país. Esto es algo que el MAS no debe ignorar; un dato que tampoco puede dejar de medir ni desconocer, como el arribismo oportunista y la política local inescrupulosa aliada al aventurerismo chileno. Costas no representa un empresariado anti nacional y ha vivido los embates y las puyadas de propios y extraños por mantenerse leal en un medio propenso al tumulto y la bajeza. Algo que no se puede decir de otros, que sin más reparo que el lucro personal podrían vender la patria al enemigo sin ruborizarse. Es una perogrullada decirlo, pero es preciso repetirlo: somos un país pequeño y vivimos expuestos a fuerzas poderosas. Nadamos entre tiburones y resulta estúpido insistir en revanchismos y satisfacciones personales. (continúa)

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