35 años de democracia y
50 años de Ché
Debo
decir que no cultivo la mitomanía religiosa en torno a Ernesto Ché Guevara. Hay demasiadas preguntas
sin respuestas en torno a su figura y su lugar en la historia. Me parece que el
culto religioso a su memoria fue la coartada que permitió que Fidel Castro
permaneciera en el poder tanto tiempo, que le ayudó a resistir demasiados
fracasos sin rendir cuentas claras a su pueblo y a persistir en el error tras
la desaparición de la Unión Soviética y el asedio de los Estados Unidos durante
más de medio siglo. La ocupación por 50 mil cubanos de Venezuela y el fracaso
estrepitoso en la administración de ésta demuestran que no fue la falta de
recursos de Cuba la razón de su fracaso y ha creado una relación parasitaria
entre ambas economías. Mientras escribo esto, Evo busca relanzar por enésima
vez su idea de perpetuarse en el poder junto con un club de amigos y personas
que conocieron a Guevara en vida; se hallan reunidos en Vallegrande rindiendo
tributo a su vida y su muerte. Se trata de la misma gerontocracia que gobierna
en Cuba y que se ha impuesto en la izquierda latinoamericana sin permitirle
evolucionar y superar el estalinismo de los hermanos Castro. Para mí es más trascendente
lo que están pensando los bolivianos a 35 años de vida democrática. El gobierno
de Evo Morales es la prueba misma de que en 35 años de democracia se logró
avanzar más en la transformación de la sociedad que en 50 años de foquismo
guerrillero en Bolivia.
Me
considero un hombre de izquierda. No soy un facho y no podría serlo aunque
quisiera. Por educación y por convicción no tolero el abuso ni el sufrimiento
gratuito que los hombres infringen a sus semejantes, menos creo en razas
superiores o su correlato fundamentalista religioso: la superioridad moral de
unos que los lleva a conquistar a otro pueblo o invadirlo para después saquear
sus recursos naturales. Encuentro sí que la izquierda en Bolivia y en Cuba y en
Venezuela ha fracasado a pesar de haber tenido la oportunidad de aprender las lecciones del pasdo; que se ha negado a asimilar estas lecciones a lo largo de medio siglo. Lo que vemos hoy con la Marca Che
es lo mismo que hemos visto con la Marca Evo: un fenómeno de consumo ideológico
creado ad hoc. No resiste al análisis
ni la confrontación de ideas: Evo dejó de debatir muchos años atrás, dejó de
pensar de manera crítica y sólo se remite a las críticas del pueblo y de sus
adversarios políticos a través de declaraciones de prensa o twits.
Su
caso tampoco es un fenómeno nuevo: sucedió durante la Guerra de Independencia:
la movilización que el mariscal Andrés de Santa Cruz generaba entre los indios
aimaras debido a sus rasgos indígenas no pasó desapercibida para el general
inglés William Miller, quien lo anotó en sus Memorias sin olvidar mencionar las limitaciones políticas y
militares del Mariscal de Zepita. Bolívar, de quien no se puede sospechar de
pro imperialismo yanki, tampoco aprobó el mesianismo de sus soldados afro
colombianos que quería encaminar la lucha por la independencia hacia una guerra
de razas y mandó fusilar a uno de sus más bravos comandantes colombianos para
escarmiento (algo que le dolerá toda la vida, según recuerda Miller). Como hijo
de la Ilustración Francesa, Bolívar creía en la razón y el progreso, argumentos
que han debido pesar para que desafiara a Andrés de Santa Cruz a continuar con
su proyecto retrógrado de volver hacia atrás el tiempo de la historia y reconstruir
el poderío militar del Tahuantinsuyo, si es que su intención era chocar con las
tropas de la Gran Colombia (Ecuador, Colombia, Venezuela se opusieron primero a
lo que será la Confederación Perú Boliviana, luego Chile hará de esto su razón
de ser y aleccionará a Argentina y Brasil para derrotar a Santa Cruz y
expulsarlo a Europa). Esa es la historia de nuestro continente y la razón porqué
las armas no han servido de mucho para nuestra integración continental: la
muerte de Ché Guevara y el fracaso de su izquierda mesiánica son la evidencia
de ello. Mercosur, Unasur, Pacto Andino son producto de la paz y del respeto entre
países que creen en las formas y en el fondo de la democracia; no son resultado
de aventuras militares encabezadas por algún Hugo Chávez que sólo sirve para arruinar
la economía de su país y llevar penuria a los pueblos.
Si
los cubanos han decidido hacer de Bolivia un enclave ruso o chino en la región
es algo que no está entre mis posibilidades pronosticar. Me preocupa que Evo y
el MAS se hayan desgastado tanto en tan poco tiempo y que aun así tengan la
pretensión de quedarse el resto de sus vidas y la nuestra en el poder. Me
preocupa el irrespeto a la propia Constitución Política del Estado después de
haberla defendido tanto y haberle costado tanto al país. Me preocupa que la
transa y la picardía haya calado tanto entre las bases del MAS y que se haya perdido
la vergüenza política de manera tan descarada, que la mentira y la impostura
sea la mejor definición de lo político en nuestro país. Me preocupa la crisis
económica que se avecina para el país por nada más que sostener un estilo de
hacer política dispendiosa y superficial: la vieja fórmula romana de pan y
circo para el pueblo. Me preocupa que no se rinda cuentas gracias al secuestro
del Sistema Judicial por parte del Ejecutivo: de otra manera estaríamos
discutiendo y analizando temas serios para el Estado y la economía. Me preocupa
que a 35 años de Estado de derecho pleno en Bolivia alguien llegue a la Vice
presidencia cometiendo falsedad ideológica y que no pase nada, que siga como si
nada hubiera sucedido cuando en otros países esto habría desencadenado un
terremoto político y la renuncia del político en cuestión por simple vergüenza.
Me preocupa el lenguaje orwelliano de esta izquierda estalinista y prebendal
que llama derechos humanos a la pretensión dictatorial de un sujeto; que esa
misma izquierda hable de nacionalización cuando hay un proceso de
extranjerización evidente; que diga socialismo donde hay capitalismo sin
escrúpulos; que el socialismo sea usado para castigar a los adversarios y se premie
a los amigos con más capitalismo; que las bases cocaleras de Evo en Chapare se
crean la vanguardia política del socialismo cuando no pagan impuestos y lucran
bajo el régimen más desvergonzado de neoliberalismo económico; me preocupa que
Evo les haya prometido acabar con el Tipnis y repartirles más tierras para sus
cocales que irán a incrementar el negocio ilícito del narcotráfico; me preocupa
que continúen cayendo con cargas de cocaína en el exterior asesores políticos
del MAS y defensores del re eleccionismo de Evo y que nada se sepa de estos
casos luego que pasa la novedad y escándalo; que entre las bases del MAS se
llame amor a la persecución política y
que no cese el secuestro político en que se encuentran aquellos dirigentes que
denuncian la corrupción; que se llame detención preventiva al secuestro
político; que las cárceles superen el 60% de población penitenciara sin juicio
ni sentencia; que desde el Estado se hable de justicia social mientras mucha
gente inocente se pudre en las cárceles; que a lo blanco se diga negro y que a
lo blanco se llame negro. Me preocupa, en fin, el proceso de cubanización que
sufren nuestras Fuerzas Armadas y que los niños reciban adoctrinamiento
político a cambio de educación de calidad, o que la salud siga siendo uno de
los negocios más prósperos del país y que el presidente se tenga que ir a
tratar un resfrío a Cuba en su avión
privado de segunda mano pagado por el Estado como si fuera de primera; me
preocupa la militarización de la sociedad que lleva adelante el Gobierno; me
preocupa la guerra sucia que se viene haciendo a las buenas intenciones de la
gente buena de este país. Me preocupa la manera en que el evismo está trapeando
el piso con la estrategia marítima de Bolivia en La Haya contaminándola con
argumentaciones absurdas y sofismas penosos en la OEA en busca de que Evo burle
los resultados del voto popular el 21F de 2016. Me preocupa tanta falta de
vergüenza política, me preocupa la no rendición de cuentas de este Gobierno y
que la vieja clase política no aprenda sus lecciones y pretenda regresar como
si nada hubiera ocurrido. Me preocupa que nadie rinda cuentas del programa Bolivia cambia Evo cumple ni de los 60
mil millones de dólares que se manejaron en estos años. Me preocupa que se
hayan construido carreteras que no van a ningún lado y que no unen polos
productivos, que las canchas y coliseos estropeen el paisaje de pueblos
antiguos hermosos y que nadie los use después que el presidente se lució
jugando fulbito para la transmisión directa del canal estatal; me preocupa que
el acoso sexual del presidente a sus subordinadas se haya convertido en
encubrimiento a sus subalternos por el mismo motivo. Me preocupa el racismo
inverso que ha cultivado García Linera entre las bases del MAS; me preocupa que
Evo crea más en la violencia y menos en la educación como instrumentos del
cambio en la sociedad; me preocupa que la gente pierda la confianza en la ley y
las instituciones del Estado encargadas de velar por su aplicación; me preocupa
la inseguridad ciudadana; me preocupa la inseguridad alimenticia en que está el
país; me preocupa los transgénicos y la política cómplice de este gobierno; me
preocupa la deforestación de Bolivia para criar ganado que venderemos al
consumismo exterior para hacer hamburguesas y otro tipo de comida chatarra; me
preocupa que en el MAS ya nadie crea en la verdad ni en la justicia, sino en la
venganza y el engaño al que no es cholo ni indio; me preocupa que todos
quedemos tuertos con la Ley del Talión del ojo por ojo y diente por diente.
Creo
que los 35 años de democracia le ganan a los 50 años de foquismo guerrillero en
Bolivia en todos los terrenos. El 10 de octubre asistiré a una charla
conmemorativa por el regreso a la democracia y los 35 años de continuidad
institucional. Por la tarde también asistiré a la concentración convocada en defensa del
voto ciudadano y el respeto de los resultados del referendo del 21F de 2016.
Creo en hacer distinciones entre el evismo y el socialismo. La humildad les habría ayudado,
pero la soberbia y la arrogancia enceguecen.
Tengo
la edad de los acontecimientos. Vine al mundo mientras Ché Guevara moría en la
misma tierra. De niño aprendí a verlo como lo veía mi familia: como a un
bandido peligroso. Cuando joven, el ejemplo de un amigo me enseñó a no tenerle
miedo a pensar por cuenta propia y plantearse otras explicaciones a las cosas.
Entonces me pareció un tipo interesante, aunque violento y trágico. Durante la
Universidad se convirtió en un personaje incómodo que inspiraba a jóvenes
descerebrados ideas estúpidas. Cuando murió Kirchner sentí alivio de pensar que
no era el único que atribuía la desaparición de toda una generación de jóvenes
talentosos de la clase media universitaria a la figura machista y fanfarrona de
Ché Guevara. Quizá el mérito que se
le debe reconocer es que estuvo dispuesto a pagar el precio de su
fanfarronería, a diferencia de sus seguidores, que suelen reclutar de manera
forzosa y fraudulenta a otros despistados para alimentar con sus almas el
espíritu insaciable de un ser endiosado. Después de mi experiencia con “el
socialismo del siglo XXI” y después de haber sobrevivido a la izquierda
chavista puedo afirmar que me repugna la religión de Estado erigida por Fidel
Castro para mantener encantado a su pueblo cual flautista de Hamelin. Me
repugna el manoseo de Bolívar que hizo Hugo Chávez porque soy boliviano y debo
respeto a ese nombre. Me repugna que el mismo ardid quiera ser usado por García
Linera con el culto de Evo para turistas desinformados, que ha demostrado ser
un fracaso. Pero existe todo un aparato cultural en Latinoamérica dispuesto a
arropar a Evo como arropó a Fidel Castro porque el imperialismo, entre otras
cosas, ha justificado al castrismo. Sólo la estupidez en los Estados Unidos
alimenta a estos falsos ídolos.
A
35 años de democracia, estamos descubriendo que la democracia había sido la reconquista
de los derechos legados por los abuelos del '52, más la capacidad que tuvieron las amas
de casa mineras para perderle el miedo a una dictadura; después vimos que la
democracia también era la capacidad de acuerdo de los partidos políticos; hoy
estamos aprendiendo que la democracia también es el respeto a la ley y las
reglas de juego. La capacidad que tengamos para hacer respetar el principio de derecho
al voto del ciudadano será la siguiente prueba que la democracia enfrente para superar el pasado autoritario. Suspender los derechos ciudadanos a cambio de promesas
de bienestar ha sido la idea tramposa de la izquierda totalitaria en
Latinoamérica y no es una opción.
¡Anatema
y apostasía, excomunión para el hereje! He profanado la imagen sagrada de
aquella Teología de la Liberación que consideró a Ché Guevara un Cristo contemporáneo. Que así sea.
Franklin Farell Ortiz
Magister en artes por
Saint Louis University
Santa Cruz de la
Sierra, octubre 10 de 2017