lunes, 9 de mayo de 2016

Los caudillos del MAS 2/3

García Linera


UNO 
García Linera y Evo Morales son los primeros interesados en hacer creer que las opciones son o Goni Sánchez o ellos. El MAS de hoy no es el mismo de 10 años atrás, sin embargo. El ejercicio del poder desgasta y la sociedad civil no es parte de una conspiración imperialista cuando ejerce su derecho a pedir cuentas a quienes la gobiernan. Es urgente pedir cuentas a personajes que han dado muestra de no tener otro proyecto de país que el perpetuarse en el cargo, sin siquiera molestarse en guardar las apariencias como el respeto al principio de alternabilidad en el gobierno, como lo hiciera en México el PRI para gobernar durante siete décadas.
Las palabras nos ubican decía alguien sabio alguna vez. Cuando Álvaro García Linera habla pretende una virginidad política que está lejos de poseer; su tan cacareada moral revolucionaria se ha convertido en la moralina de las señoras elegantes de Calacoto. El mejor indicio de la decadencia masista es la retórica de García Linera - ideólogo y tal vez único cuadro pensante dentro del MAS-, una retórica que se ha vuelto auto paródica, inverosímil. Su principal desafío hoy es evitar que el andamiaje discursivo se le desbarate, conservar la ilusión entre sus acólitos desprevenidos y hacer creer a la sociedad civil que el MAS sigue siendo la encarnación de una izquierda responsable en Bolivia –el MIR también lo decía mientras se corrompía-. Lo dramático del momento nacional es que mientras esto le sucede al MAS, sus enemigos apuestan por el fracaso del país al estilo de la oposición en Venezuela. La izquierda prebendalizada permanece embobada por sus miedos y quiere redimir a los indios de toda América con el culto a la personalidad de Evo. Es esta izquierda oficial la que busca amparo en la figura de un caudillo cada vez más convencido del uso de la violencia estatal, un caudillo que presume de todopoderoso a la sombra de las fuerzas del orden, que legitima las arbitrariedades de su gobierno con el uso y abuso de su mayoría parlamentaria (la aplanadora y los levanta manos del gonismo nunca se fueron).
En la realidad, como caudillo Evo Morales es incapaz de disimular la corrupción dentro de su partido político. Ha adoptado el discurso de la unidad partidaria para encubrir su falta de capacidad a la hora de poner coto a los corruptos de su entorno inmediato. Es triste ver cómo un proyecto político boliviano se reduce sustancialmente a la triquiñuela, donde el expediente del imperialismo gringo resulta el argumento más sólido. A la larga, lo más probable es que esta coartada se convierta en el ahí viene el lobo del Juanito del cuento.
Reivindicar las culturas originarias luego de 500 años de la Conquista va más allá de un individuo y el folclore colorido creado en su entorno. Así de mal siguen los pueblos indígenas en América luego de la ola de gobiernos neo populistas de izquierda.
En Brasil, los pocos indios que quedan deben enfrentar el exterminio franco y llano, el despojo de sus tierras y la desaparición. En Colombia los indios son desplazados por la violencia de paramilitares y guerrilleros por igual. En Ecuador los pueblos originarios son usados por las FARC para encubrir el negocio millonario del narcotráfico. En México 8 de cada 10 diez niños indígenas crecen en la pobreza extrema. En la mayoría de los casos los pueblos nativos son pasto de sectas evangélicas financiadas desde los Estados Unidos, para alienarlos y desaparecerlos de manera piadosa, si esto es posible. En general, son considerados un obstáculo para el progreso y el desarrollo. La mentalidad del siglo XXI no está demasiado lejos del siglo XIX en esto. La idea de modernidad que hemos tenido no ha variado demasiado de la que tenía el tirano Mariano Melgarejo: repartir las tierras que pertenecen a los pueblos originarios entre los amigos y socios del extranjero. Y sí, el neoliberalismo es una mala palabra, una palabra obscena que encarna ideas peligrosas, de las cuales nos debieron haber advertido la locura de Melgarejo (su tratado de libre comercio con Chile) en el siglo XIX y las admoniciones de San Juan Pablo II en el siglo XX. Tradicionalmente el indio ha sido considerado parte del paisaje y de la naturaleza, una criatura más de la selva. La visibilización del indio ante el Estado, su inclusión dentro del sistema de leyes de un Estado, su consideración de ser humano con derechos y cultura es muy reciente. El indio siempre vivió en la Terra Incógnita, un lugar imaginario dentro de nuestro mapa mental de ciudadanos de la tv. Y para acabar con las culturas indígenas la palabra de Dios también ha sido empleada como frazadas contaminadas de viruela y repartidas entre los miserables con gesto caritativo, como se hiciera a lo largo y ancho del continente durante el siglo XIX. En Perú las mujeres indias fueron esterilizadas sin su consentimiento, entre engaños y amenazas; y es probable que los autores de estos delitos vuelvan a  gobernar el país en estos días. Justos pagan por pecadores, la Iglesia Católica tampoco ha sido ajena a esta tarea de exterminio y asimilación ("Al igual que San Juan Pablo II, pido que la Iglesia se postre ante Dios e implore perdón por los pecados pasados y presentes de sus hijos... y pido perdón, no sólo por las ofensas de la propia Iglesia sino por los crímenes contra los pueblos originarios durante la llamada conquista de América" palabras del papa Francisco en Bolivia). Durante la Guerra Fría aquellas tropelías estaban justificadas porque todos éramos sospechosos o culpables de algo, enemigos en potencia, una amenaza para la seguridad nacional porque la paranoia de Estado era la mano invisible que gobernaba todo. Mientras tanto, en las ciudades capitales las villas miserias siguen nutriéndose con pobres debido a la migración campo-ciudad. En aquellos países donde rigen los Tratados de Libre Comercio la despoblación del campo es la otra cara de la reconcentración de la tierra y la riqueza en pocas manos. La agricultura a escala industrial es lo deseable y el monocultivo y los transgénicos se imponen como idea de progreso para castigar la Tierra hasta el agotamiento.
Luego de 10 años de Evo en el poder, el indio sigue siendo el eslabón débil de la cadena social.  No hay sistema de educación suficiente para prepararlo y enseñarle a enfrentar los asegunes de la época. El último refugio que tenía, el de la organización social, ha sido cooptado por la corrupción del MAS e incorporado a su proyecto extractivista y depredador de la Madre Tierra. El secretismo y la serie de arbitrariedades con que vienen manejando el país nos permiten afirmar esto y sospechar peores desatinos. Mientras Evo discursea ante la ONU en defensa de la Pachamama, sus bases de cocaleros se aprestan a arrasar con las reservas forestales y parques naturales (TIPNIS). ¿Nos puede asegurar Evo que la cuestionada carretera no es otra manera de ampliar el poder del narcotráfico en el país y depredar la Tierra? El control social que Evo planteara el año 2003 para resolver el problema del narcotráfico aparece hoy volteado en contra de la sociedad y a favor de la represión y la persecución en las redes sociales. Luego de su derrota electoral del 21F el gobierno ha instruido que sus bases de cocaleros vean a las redes sociales y las libertades ciudadanas como el factor de inseguridad ciudadana más peligroso (el propio Evo ha reconocido que el grueso de la coca cultivada en Chapare está destinada al narcotráfico). La realidad muestra lo contrario de lo que se quiere creer en el MAS: el número de aplicaciones diseñadas para la seguridad ciudadana es enorme y crece todos los días; la telefonía móvil y las redes sociales probaron su poder democratizador durante las movilizaciones en España a favor de la paz y en contra de la invasión a Irak. Pero Evo se ha obsesionado con las redes sociales tras su derrota en las urnas y ha cambiado su discurso triunfalista por el de la paranoia de Estado.
El paternalismo insufrible de García Linera es la evidencia del fracaso histórico del MAS desde su conformación, el fracaso en su propio terreno discursivo. Como sociedad, si hubo un proyecto sustentable en el tiempo, tenía que haber surgido de entre aquellos mismos pueblos originarios en cuyo nombre procede el MAS. Dijo ser el partido político que reivindicaría a las 36 etnias que conforman la bolivianidad, pero el error fue que en lugar de democratizar el poder, concentró todo en una persona y con ello ha creado un espíritu de cuerpo étnico para proteger la corrupción partidaria, un espacio discursivo donde el racismo funciona como coartada y no como una patología social a resolver. Cada burla legalista, cada declaración política que ofende la inteligencia, cada desatino o falta de sentido común, cada arbitrariedad o atropello impune es una herida en la conciencia nacional que desdibuja al MAS y nos denigra como país. En este sentido estoy en desacuerdo con la vigencia de la teoría del empate trágico, una de tantas ideas que García Linera en su papel de ideólogo toma de otro (en este caso del sociólogo René Zavaleta Mercado). Es más probable que el lema “Un país, dos sistemas” haya sido la solución pragmática adoptada por el MAS de sus aliados chinos para gobernar los últimos años. ¿De qué otra manera se explica la tregua posterior al proyecto neo conservador de dividir el país bajo la llamada Media Luna (2009)?. Dentro del contexto sudamericano post Kirchner en Argentina y Lula-Dilma en Brasil, o Correa en Ecuador, la teoría del empate trágico no es otra cosa que la vieja historia colonial que oscila entre Lima y Buenos Aires, capitales virreinales que orbitaron políticamente sobre la Audiencia de Charcas desde su creación. Si se prefiere, dos proyectos de sociedad que adquirieron forma durante el siglo XIX: la europeización de América (Argentina) y el mestizaje asiático como la continuidad esclavista señorial (Perú). En todo caso, el movimiento oscilatorio de la historia de nuestro continente: los momentos introspectivos y extrovertidos de la mirada estatal-intelectual de nuestra región dentro del sistema mundo, que coinciden con los momentos de apertura democrática. Nos encontramos en un momento que podemos acordar-construir-desarrollar un sistema político que nos permita dejar de ser sociedades bipolares, cuya historia es una sucesión de momentos fallidos y eventos traumáticos; dejar de ser una sociedad en la que los políticos cambian y la corrupción no desaparece, debido a que la concepción del Estado sigue siendo patrimonialista, cualquiera sea el bando en poder; dejar de ser sociedades donde los políticos criollos aplican la estrategia de guerra romana de tierra baldía contra sus enemigos y en cada nuevo régimen volvemos al primer día de la Creación en materia de leyes, derechos y proyectos de desarrollo o política internacional. Dejar atrás al Ogro Filantrópico o Estado autoritario, con sus políticos vengativos que tienen por mantra la idea: Después de mí, el Diluvio; antes de mí, la Nada. Nuestra historia política está repleta de Pachakutecs y Pizarros, políticos venales que usan el poder para satisfacer pasiones personales como la venganza, la lujuria o el dinero público.
Otra manera de interpretar este momento es viéndolo como uno de tantos momentos críticos en que la sociedad cambia de punto de apoyo (y pasa de la derecha a la izquierda o viceversa) para poder avanzar o para retroceder, en un intento por dar el siguiente paso dentro de un camino que está lejos de decidir y aún más lejos de poder diseñar, debido a nuestro atraso tecnológico y nuestra desunión regional. Este es el momento en que los países BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica) son la nueva variable en la ecuación y no hemos sido capaces de incorporarnos en él como bloque, sino como apéndices o terreno propicio para que los elefantes peleen. No es causal el maoísmo de García Linera y el MAS sea militante y furioso al punto de negar la realidad; es lamentable ver en los noticieros de televisión la manera desesperada en que el entorno presidencial se empeña en negar las pruebas que involucran cada vez más al presidente Evo Morales con la empresaria Gabriela Zapata, por ejemplo. El que los escándalos de corrupción hayan involucrado a una empresa china (CAMC) y que diputados oficialistas salgan en defensa abierta de los intereses extranjeros tampoco es fortuito, es otra vuelta de rosca en la historia, es Goni Sánchez y sus ministros apostando en contra del país.
(Más que un despotismo asiático de ropaje maoísta, soy partidario de una democracia occidental; en ella cabemos todos, desde Rosa de Luxemburgo hasta el modelo de sociedad abierta que se opone al oscurantismo ultra conservador y sus teorías conspiratorias, sin la plaga de falsos mesianismos ni dictadores que se consagran a nombre del proletariado. Por el contrario, en la historia inmediata el despotismo asiático ha producido la pesadilla del clan Fujimori, lo mismo que el terrorismo de Sendero Luminoso en la región. En su lugar de origen, este despotismo ha producido genocidios en una escala que se cuenta por millones de víctimas.)
Asombra el descaro con que García Linera suple su falta de carisma personal a través de alimentar el odio revanchista. Tiene bajo su servicio personal los micrófonos y las cámaras privadas y del Estado para cultivar dudosas interpretaciones del pasado colonial lo mismo que para dogmatizar acerca del compañero Evo. García Linera ha cebado aquel odio racial en una suerte de religión de Estado, la exacerbación de las diferencias entre bolivianos a favor del culto a la figura de Evo Morales como el héroe de una historia patria que se sabe es una construcción colectiva, resultado de heroísmos anónimos y colectivos como el de las víctimas en El Alto, para no hablar del gran debate de ideas a escala nacional que se produjo entonces y del cual el MAS no hizo más que tomar sus puntos de consenso para armar un discurso que después abandonaría (la llamada Agenda de Octubre).
En lugar de un avance cualitativo de la convivencia en sociedad encontramos los mismos prejuicios racistas acerca de la corrupción y la inmoralidad... puestos al revés. Con todos sus despropósitos el MAS ha probado algo que ya se sabía: todos los seres humanos hacen popó; aunque se empecinen en afirmar que el popó de ellos no huele y no se mencione siquiera si el popó es del tata Evo. Así de burdo y grotesco es el nivel discursivo de García Linera cuando intenta explicar al pueblo las denuncias de corrupción o cuando intenta justificar el por qué vienen perdiendo las últimas votaciones. Su calado intelectual en la cultura aymara es tan profundo como puede ser el paternalismo de un blancoide orgulloso de sus indios. El sociólogo aymara Félix Patzi sintetiza la idea que el MAS ha elaborado acerca de su pueblo como la transformación del aymara en un idiota cultural. A pesar de esto, sin embargo, García Linera es capaz de pasar como uno de los pensadores marxistas más importantes de Latinoamérica con su bizantinismo de resonancias althuserianas. ¿Cómo alguien es capaz de navegar por el ancho mundo con bandera de lumbrera intelectual y licenciado en matemáticas y sociólogo, cuando en rigor de verdad no ha tenido la constancia y disciplina suficientes más que para obtener el título de bachiller en humanidades? Una proeza admirable en verdad. Acaso la respuesta a esta pregunta se encuentre en los alrededores de una sentencia formulada por Octavio Paz: El marxismo es el opio de los intelectuales. (Para quienes quieran profundizar en las raíces psicológicas de personajes así, recomiendo leer El gesticulador, de Rodolfo Usigli, un clásico del teatro mexicano.)
Pero yo distingo entre el marxismo y los marxistas, al igual que lo hacía el maestro Octavio Paz. Sería injusto atribuir las astucias de nuestro vicepresidente a una respetable y rica escuela de pensamiento que aspira al conocimiento científico de la sociedad y su transformación democrática (no elitista, como propone el fascismo). Académicos y activistas advirtieron el problema y tal vez debido a una cuestión de formación aquellos generadores de ideas fueron mantenidos distantes del MAS y sus prácticas gangsteriles. Disentir en un Estado de tradición estalinista es peligroso y siempre se corre el riesgo de caer en desgracia política ante el caudillo, como ha pasado con muchos de los que encumbraron en el poder a Evo Morales. Una de aquellas disidencias de izquierda es, precisamente, la ex esposa de García Linera, Raquel Gutiérrez Aguilar, hoy docente universitaria en la ciudad de Puebla. Desde una posición de izquierda militante, su visión crítica tiene la perspectiva que otorga la distancia y el mérito adicional de provenir de alguien que conoce Bolivia. Como ex compañera de Linera, resulta una voz confiable para formarse una opinión acerca de la clase de sujeto que es el Álvaro. En una entrevista previa al referendo del 21 de febrero, Gutiérrez rompía su silencio con un recuento de lo sucedido desde el año 2000 a la fecha y aquel proyecto guerrillero indigenista que enarbolara junto con su pareja. Su visión parece honesta, más reflexiva, menos fierrera, más sabia quizá, lo suficientemente madura como para no dejarse impresionar por los fuegos de artificio retóricos que acostumbra García Linera para deslumbrar a su público cautivo. En una entrevista del diario paceño Página 7 ("Raquel habla de despojo: 'En Bolivia, la energía colectiva ha quedado depositada en una sola persona'") la ex pareja de García Linera comenta la situación del país tras 10 años de gobierno del MAS y su derivación, el evismo:
"Hay figuras que son caudillos como Hugo Chávez y que entonces están inscritos en la psique social de una manera muy diferente, y hay personajes que lo que han hecho es desarrollar sistemáticamente una capacidad para enajenar y apropiarse de esfuerzos colectivos y concentrarlos. A mi juicio, ese es el caso del Evo y del Álvaro”, confirma Gutiérrez.
Acerca de la bonanza económica de estos años y el pretendido socialismo vigente, sin ser explícita, Gutiérrez confirma algo que en las calles se repite de manera más violenta:
“Obviamente hay nuevas élites económicas en Bolivia, no hay que negarlo. Y tienes empresarios que lograron su acumulación de capital en la producción de hoja de coca y una serie de variaciones en la estructura económica”.
En lo personal debo acotar que para mí aquella organización político-militar de la que habla Gutiérrez -y que García Linera repite como una suerte de epopeya personal rumbo a la toma del poder- no está relacionada de manera directa con el éxito del MAS en llegar al gobierno, como sí lo está la figura de García Linera comunicador social en las pantallas de la televisión. Los Ayllus Rojos fue un fracaso rotundo de cabo a rabo, tanto que hoy sus miembros están peleados, no se hablan o son enemigos de manera pública. Para Felipe Quispe, García Linera es un blancoide impostor, uno de tantos agitadores de indios que al igual que durante la Colonia fue hábil para usar a los aymaras y llegar al poder. No sé si para Gutiérrez Aguilar su compañero García Linera sea un arribista social que abandonó sus ideas revolucionarias y se separó de ella cuando vio la oportunidad de convertirse en vicepresidente, para finalmente desposar a una señorita bien de la sociedad paceña.
Para los estudiantes universitarios de la UMSA en aquel entonces (años ’80), los llamados Ayllus Rojos nos parecían un intento del peruano Sendero Luminoso por extender su violencia e influencia en Bolivia, un grupo que hoy sería calificado como terrorista clásico. Esta impresión parecía confirmada por testimonios de dirigentes estudiantiles que habían sido abordados y que vivían perseguidos o se decían amenazados de muerte debido a que se habían negado a ser incorporados en su organización político-militar clandestina. El reclutamiento forzoso de militantes, el embaucamiento, la estafa ideológica, siempre me pareció una cobardía delincuencial, un burdo secuestro como cualquier otro, una vileza indigna de cualquier causa, la claudicación de la razón y la falta de argumentos, un fracaso de la inteligencia humana, una opción por el fanatismo atrabiliario. En mi opinión estos son los genes políticos de una izquierda programada para el fracaso, los mismos genes que alimentaron la violencia política de las FARC en Colombia los últimos 50 años, un monstruo capaz de retroalimentarse y prolongarse y reproducirse por simple inercia (Un dato: el 40% de los integrantes de las FARC son niños de la guerra, es decir fueron reclutados a la fuerza.)  Bolivia es un país pacífico y siempre ha encontrado la manera de resolver sus problemas porque es un pueblo que no cree en la violencia sino en la justicia. Bolivia es un largo aprendizaje histórico al que ni Ché Guevara le pudo prender fuego en los ’60, ni sus imitadores de Teoponte en los ’70, ni la vesania de Sendero Luminoso en los ’80.
En lo que parece una versión elaborada de un artículo anterior, Álvaro García Linera ha tenido oportunidad de presentarse en sociedad ante los lectores de Argentina (2009). Su versión de sí mismo y de las cosas que hizo para merecer la vicepresidencia de Bolivia nos dibuja la figura irreal de un adolescente que a los 15 años de edad sabía que sería el Lenin boliviano, un niño que había leído los tres tomos de El capital de Karl Marx y que desde su infancia poseía la rebeldía que prefiguraba al futuro guerrillero –esta es la versión de su hermano Raúl dada en otra entrevista- y solía divertirse destrozando vidrios en barrios ajenos... Intentando impresionar a sus lectores argentinos del periódico Página 12, Linera nos divierte con sus exageraciones acerca de sus características de personalidad que pretenden convencer al lector acerca de la necesidad de una revolución armada, equiparándose veladamente con el mismísimo Ché Guevara. El sentido de ubicuidad de García Linera no lo engaña: siempre ha dejado que los aduladores del régimen exploten la figura de Guevara porque en Latinoamérica está asociada con cierto idealismo romántico, pero en los hechos su modelo y referente ha sido el tenebroso presidente Gonzalo, alias de Abimael Guzmán, hasta el punto de determinar su idea determinista, mecánica, esquemática, fanática, intolerante y sanguinaria de la historia y de la realidad. De todo ello resulta una caricatura que, en mi opinión, sólo es creíble para un lector imberbe del peronismo maoísta, o alguna de sus variantes yihadistas. En todo caso, queda claro que su interlocutor es una mente alucinada con una idea bastante simplona de la Guerra Sucia de los años ’70 entre Montoneros y la Triple A, pero no alguien con cinco dedos de frente que lee en busca de comprender la historia de nuestros pueblos y no consumir propaganda y dogmatismo panfletario.
Esto en parte ha sido consecuencia de su anti intelectualismo militante, que ha hallado su complemento en las inseguridades intelectuales de Evo. García Linera es el pedagogo, la figura paternal que lo sabe todo y cuya infinita paciencia hace que los pobres indios entiendan los problemas de Estado más complejos; es el profesor que predica desde el púlpito de la Revolución con la imagen de Evo por fondo, sin licenciados cerca que le hagan sombra o que se atrevan a cuestionar su autoridad o disentir con los terribles augurios que lanza en momentos de desesperación política.


Tal vez Evo Morales sea la mejor invención de Álvaro García Linera en su loca y aventurada búsqueda personal del poder. Una invención simplona; en el mejor de los casos, una narrativa para turistas despistados. Lo triste es que luego de 10 y más años de gobierno corrupto, la democracia en Bolivia depende y de una izquierda cooptada y temerosa de salirse de un libreto que ha sido establecido por los nuevos y viejos patriarcas de la corrupción; la derecha ultra conservadora de filiación nazi y principios feudales sólo piensa en la hora de su venganza, su proyecto de país es dejar todo en manos de organismos internacionales y entregar todo al mejor postor. La oposición política conservadora no logra superar su visión rentista de país. Los ciudadanos nos hallamos atrapados en los resquicios de una polarización falsa: el extractivismo corruptor del MAS y el entreguismo apátrida de la vieja rosca gonista.







Santa Cruz de la Sierra, 9 de mayo de 2016



DOS
Parece haber un complejo de inferioridad en el MAS por haber llegado al poder a través del voto popular y en elecciones democrático burguesas. Lo que Octavio Paz llamara el mito sangriento de la revolución en la izquierda mexicana de los años ’70 (cuando escribe El ogro filantrópico). Según esta una manera de pensar, la sangre es más que inevitablenecesaria, para que una revolución deba ser definida como tal. El MAS ganó las elecciones luego de una revuelta que fue detenida, entre otras cosas, gracias a la solidaridad y la opinión pública internacional, que no toleró un acto de barbarie como la masacre de gente desarmada o los 600 muertos que los represores calculaban necesarios para escarmiento. A personajes como García Linera parece atormentar esta idea relativamente pacífica de conquistar el poder; un tormento cuyos orígenes son religiosos: la víctima propiciatoria. Si la Revolución cubana tuvo a Ché Guevara y el MNR tuvo a los ex combatientes del Chaco organizados en frentes de obreros mineros y campesinos, el MAS no puede presumir de figuras combativas así y debe elaborar sus propios mártires, aunque después no los reconozca. El caso de las víctimas de El Alto es de lo más patético: durante años aquellos jóvenes y adultos fueron sacados en procesión para que desfilaran ante las cámaras de televisión y caldearan el coraje popular y la indignación con sus cuerpos mutilados e inválidos. Pero este acto de civismo organizado ante las cámaras del mundo solía coincidir extrañamente con el calendario electoral del MAS y sus necesidades proselitistas. Aquellos héroes convertidos en pobre gente desfilaron durante años bajo la promesa de algún tipo de compensación o reparación gubernamental por haber perdido una hija, un familiar, un brazo, una pierna o por haber quedado inválido.  Pero haber puesto el cuerpo a las balas de la represión gonista en su hora más terrible no parecía suficiente para el ego del Evo revolucionario, quien durante años de gobierno los usó todo lo que pudo, hasta que empezaron a cansarse de la evidente instrumentación del MAS, que debía su éxito político a este tipo de manipulaciones mediáticas. No en balde el MAS ha perdido las elecciones municipales y gubernamentales de La Paz y El Alto en nuestros días.
En distintos momentos de la lucha política (2006-2009) la frialdad y la falta de escrúpulos del MAS para instrumentalizar el sufrimiento ajeno alcanzó niveles vergonzosos, inhumanos. Las ONG’s de entonces -muchas de ellas habían ayudado a llevar al MAS de Evo al poder-, le hacían notar la crueldad implícita en esta sed de sangre o pulsión de muerte que parecía tener ebrios de poder a los miembros de la cúpula del MAS. La falta de lealtad hacia sus bases y sus compañeros era evidente, daba espanto pensar en las escenas que se fraguaban. “Los derechos, si no son humanos no son derechos” se le dijo franca y abiertamente, como un intento por frenar el canibalismo de esta nueva izquierda que procedía como una secta religiosa en crisis, siempre en busca de fabricar mártires y santos; un dios Cronos que devora a sus propios hijos. La ritualidad religiosa siempre estuvo presente en el pensamiento de la izquierda marxista mexicana lo mismo que latinoamericana. Lo que Paz cuestionaba y advertía era la arrogancia intelectual y la contradicción de términos de la izquierda mexicana. Su crítica buscaba abrirse a las nuevas ideas de la época: las lecciones del ’68 francés, la filosofía de Mahatma Ghandi, la resistencia pasiva y la doctrina de la no violencia y la lucha por los derechos civiles de los movimientos afroamerivanos en los Estados Unidos; herramientas nuevas de lucha civil que no llegaron a cuajar del todo en Latinoamérica debido al culto por Ché Guevara y sus ideas foquistas; lo que a la larga costaría a la región el exterminio de toda una generación de jóvenes durante los años ’70, quienes prefirieron ignorar el fracaso de Ernesto Guevara como ministro de Economía para seguir su mesianismo en armas.
En su autoritarismo totalitario el pensamiento central del MAS es descendiente directo del estalinismo, tamizado por la experiencia de la Cuba de la Guerra Fría (eficiente, pero congelada en 1959 y lejos de ser la vanguardia revolucionaria de ayer). El MAS debe más al maoísmo post capitalista de China que a la tradición obrera de los países capitalistas centrales (la Inglaterra de Marx y Engels, por ejemplo). Alguien más sintetizó ya la lógica arbitraria con que se ha manejado el MAS desde sus inicios, la clave de su verdadero pensamiento económico: Capitalismo para los amigos, socialismo para los enemigos. Literalmente Evo Morales y los suyos amenazan a sus enemigos políticos con el socialismo y la nacionalización, lo que ha hecho que aquellos empresarios conspiradores prefieran sumarse a su carro y dejar las intrigas. Un socialismo selectivo y discriminador, como el capitalismo selectivo y discriminador de Goni Sánchez y los suyos. Aunque ambos se reclamen política y químicamente puros, se sorprenderían de encontrar paralelismos y semejanzas que van más allá de la casualidad. ¿Simple plagio?...
La disfuncionalidad del que se ha acusado al MAS como partido de gobierno es debida a su adicción por la propaganda. (El mismo error cometido por la desaparecida URSS, que llevó a negar la realidad de la economía y despertar a la realidad de los números como quien despierta a una pesadilla.) A ratos pareciera que García Linera repite un discurso para un auditorio ajeno y distante, tal vez un público cautivo y aislado en Corea del Norte, o China, o Cuba o la propia Venezuela; un público necesitado de motivación para no perder las esperanzas en un milagro salvador y hacer de Evo un súper hombre. Bien decía el apóstol San Pablo que el conocimiento conduce a la soberbia, pero sólo el amor construye (Chomsky).
La democracia en Latinoamérica hoy tiene varios peligros que la amenazan. Luego del despilfarro de un enorme capital político por parte de los gobiernos neo populistas de izquierda en Brasil, Argentina, Venezuela, Paraguay, Bolivia y Ecuador, parece querer sucederle un populismo revanchista y castigador de derecha cuyo tono evangelístico pone en evidencia su inspiración: la derecha religiosa. En este momento la democracia (liberal burguesa y no) tiene al neo populismo de izquierda en su contra y debe encarar una forma nueva de teocracia, incubada en quién sabe qué catacumbas. Esta neo teocracia amenaza con regresar el reloj de la historia a los tiempos bíblicos, previos a Jesús de Nazaret, cuando la lapidación de la mujer fueron un acto de justicia divina y la lectura literal de los textos religiosos fueron la base intelectual de todo derecho. ¿Dos mil años de historia en Occidente culminarán con súbditos y siervos del Reino de Dios en lugar de ciudadanos conscientes de sociedades libres? Los enemigos acaban por parecerse, cada quién termina por parecerse a sus fobias: ¿el fundamentalismo cristiano sigue los pasos del fundamentalismo musulmán, quien tiene al Corán como la base de su pensamiento y sistema legal? Lo sucedido en Brasil durante la destitución de la presidenta Dilma Rousseff preocupa porque nos muestra que tal vez no estemos lejos del día en que nuestras universidades hagan a un lado la tradición secular del Derecho Romano para estudiar leyes bajo la aprobación de alguna virtual Santa Inquisición. Por el momento el MAS se ha mostrado hábil y pragmático, aunque esto le haya significado traicionar a sus aguerridas bases feministas y haya penalizado el aborto para quitarse la presión de la Iglesia Católica conservadora y las sectas evangélicas afines a Estados Unidos, que suelen ser más implacables y efectivas a la hora de usar el llamado  derecho a la vida como coartada para demoler gobiernos, dividir países, destrozar carreras políticas y desarrollar una persecución religiosa contra personajes indeseables e incómodos.
Las feministas que ayer dejaron morir solo a un amigo, hoy deben beber la cicuta de la traición del MAS y un Evo Morales con doble personalidad. Por un lado, aquel feminismo partidario debe tragarse el machismo de un solterón empedernido, un mujeriego que permanentemente hace bromas de dudoso gusto a sus compañeras de partido o subordinadas, un tipo presuntuoso que no siente respeto por las mujeres en general y es alentado por su corte en sus sentimientos de macho alfa que parece espantar a las jovencitas campesinas que se le acercan, las seduce o las abandona para dedicar lo mejor de sí a la otra querida (dice estar casado con Bolivia) y cuidar de su numerosa prole política (la Generación Evo). Por el otro lado, el feminismo boliviano debe tragarse también al Evo que se dice creyente en la familia estereotípica y los valores tradicionales de la sociedad y el orden patriarcal, el que quiere moralizar a los jóvenes y alienta la paternidad irresponsable o asocia a los blancos con la calvicie, la homosexualidad y los pollos...
Pero ya se sabe que en la política boliviana no hay traiciones, sino cambios de alianzas. Más que una moral revolucionaria -o siquiera nueva, auténtica, mejor-, el MAS no ha dado muestras de tener algo nuevo que decir; dentro del MAS nadie cometería suicidio político declarándose homosexual, por ejemplo. En algún momento el partido en gobierno ha llegado al extremo de destituir a un funcionario público y denunciarlo públicamente por ¿el delito? de portar la enfermedad del SIDA, lo que no ha sido más que otra manera de revancha política. Este es el rostro neo conservador del MAS, que se muestra en diferentes formas descarnadas: cuando alguna diputada procede por consigna y no muestra respeto por sí misma (conciencia de género) y justifica los amoríos de su jefe Evo y su corte palaciega, sobre todo en las últimas fechas, en las que se han visto comprometidos y bajo inclementes acusaciones de tráfico de influencias.
 “(…) el MAS y el Presidente han fracasado en su intento de formular soluciones estructurales para el sistema de administración de justicia. Ha sido una oportunidad perdida. Había grandes condiciones para implementar, después de casi 180 años, un proceso de construcción de un verdadero sistema de administración de justicia, esencial para la vida del país (…) Lamentablemente, debería decirlo como conclusión, yo no creo que en este gobierno pueda llevarse adelante un intento de verdadero proceso de reconstitución de un renovado sistema de justicia; creo que hoy el MAS, el Gobierno, es un obstáculo para llevar adelante un proyecto de renovación completa en la administración de justicia (…) Reitero: el Gobierno actual está deslegitimado y descalificado para llevar adelante la labor histórica de resolver las tareas de la justicia, es un trabajo ciudadano para los próximos cuatro años. (Juan Del Granado: El MAS es un ‘obstáculo’ para la reforma judicial” La Razón, 25 de abril de 2016,) En esta entrevista, Juan del Granado se anticipa a los más que previsibles resultados absolutorios de la Comisión parlamentaria nombrada por el MAS, en franca tarea de limpieza de la imagen de Evo Morales y liberación de toda culpa, como finalmente sucedió.
Quizá el fracaso más grave del MAS haya sido el de la administración de justicia. ¿Cómo se explica que los líderes de un partido hablen todos los días acerca de las grandes injusticias en el mundo y no sean capaces de reformar su propio sistema de justicia? Señalado como el amo y señor del Sistema Judicial, Álvaro García Linera no oculta su protagonismo central en el sistema de aplicación de la justicia en el país. Su liderazgo –llamémoslo así- ya fundió al pasado Tribunal Supremo Electoral, considerado el cuarto poder del Estado, que terminó deslegitimado hasta la vergüenza. La independencia de poderes es violado a cada paso y la poca institucionalidad existente se ha venido abajo por la concentración del poder en los caudillos y sus arbitrariedades (incapacidad para delegar responsabilidades). Bajo las órdenes de García Linera el sistema penitenciario de Bolivia ha terminado por colapsar y en la actualidad se calcula que la población penitenciaria consta de un 40% de personas encarceladas de manera arbitraria. Esto es: sin acusación ni proceso ni veredicto alguno. El ciudadano que cae en las garras del sistema judicial en realidad ingresa al submundo de la política boliviana: carteles de narcotráfico, pandillas políticas, consorcios de abogados y jueces corruptos, esquemas empresariales y mafias internacionales que se encuentran hacinadas en un mismo hueco junto con niños, personas inocentes con familia y sin dinero para acelerar el funcionamiento de la burocracia o para contratar un abogado más o menos honesto que no lo estafe dos veces antes de sacarlo libre. No es exagerado decir que el Estado boliviano es el más grande secuestrador y que su sistema judicial es el más grande sistema de extorsión. ¿En qué quedó la justicia comunitaria? García Linera y su milicia privada de Ponchos Rojos (émulos de Víctor Paz y las milicias del MNR) son los responsables de haber pervertido la justicia comunitaria para convertirla en herramienta de terror y burda represión, de amedrentamiento y persecución de enemigos políticos y cualquier asomo de disidencia. Bolivia se ha convertido en el reino de la injusticia y la arbitrariedad, donde los ciudadanos viven muy lejos del ideal social que la izquierda política prometiera. El neo populismo que encarna el MAS nunca tuvo interés por aquello que lucharan los viejos militantes de la izquierda que enfrentaran las dictaduras: la aspiración de una sociedad más justa. El poder por el poder no conduce a nada; el MAS ha jugado al poder y el dinero para diluirse en la nada de la corrupción y la auto indulgencia. Ha sido hábil para corromper a sus enemigos y convertirlos en aliados bajo alguna forma disimulada de soborno o amedrentamiento. Sin embargo, al escuchar los discursos iracundos pareciera que la realización de todas las utopías está a la vuelta de la esquina.
“Si nos unimos de verdad, nuestro proceso puede ser como en China, gobernar para toda la vida” –Evo Morales durante el último congreso campesino de Cochabamba.

Santa Cruz de la Sierra, 17 de mayo de 2016
Franklin Farell Ortiz

Magister en artes por Saint Louis University

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